martes, 4 de diciembre de 2012

Hasta luego...

No me gustan las despedidas... me dejan un mal sabor de boca. La palabra adiós nunca me ha gustado. Prefiero un hasta luego, suena más positivo. Adiós se equipara a eso mismo, a despedida. Y las despedidas no tienen por qué ser definitivas, pueden ser solo temporales... pero son siempre tristes.

Que no me gusten o intente evitarlas, no quita que tengan que ser en ocasiones necesarias. Y éste, por qué no, puede ser un momento (como cualquier otro) adecuado y propicio para la mía.

En mi caso no sé a ciencia cierta si se trata de un hasta luego definitivo, o si por el contrario, dentro de unos días, o de un mes tendré más cosas que contaros. Lo único que sé es que a día de hoy así lo siento.

No existe una razón concreta para mi decisión. Supongo que se juntarán unas cuantas. Si a todo esto añadimos que estoy demasiada ocupada últimamente para concentrarme y sentarme a escribir, pues está todo claro. Igual que también tengo claro que necesito un parón. 


En la vida existe un momento en el que debemos plantearnos una parada. Creo que es totalmente necesaria y positiva. Una parada implica dejar por un tiempo todo de lado y ser conscientes de lo que somos, de hacia dónde vamos y de dónde venimos. Lo que indudablemente varía es el tiempo que necesita cada persona. Eso suele ser personal y completamente relativo.

Yo he tenido muchas paradas a lo largo de mi existencia. Hay quien necesita solo replantearse todo sólo una vez en su vida. Los hay como yo, que nos gusta pararnos de vez en cuando, meditar, reflexionar y así coger fuerzas. 

En mi pasado cada vez que hacía el camino de Santiago era para mí el momento idóneo para hacer mi paradita particular. Todo a mi alrededor lo propiciaba. Tras el año entero de no parar, por los estudios, el trabajo y otras cosas, llegaba el ansiado verano y era el momento para parar. El mismo cuerpo te lo pedía. Era sólo preparar mi macuto y ponerlo a mi espalda, cuando ya empezaba a desconectar de todo.  Después se sumaba el viaje, el tren, las ciudades y pueblecitos que ibas descubriendo, los amaneceres y atardeceres, ese silencio y esa paz que te brindaba la madre naturaleza, los nuevos amigos... El alejarte y ver tu vida desde fuera, desde otra ciudad y a una cierta distancia es algo que te impresiona. Si a todo eso le añades cambiar drásticamente de rutina y hacer cosas diferentes, eres más capaz de dejar todo de lado y tomar la distancia necesaria para poder meditar mejor.

Mis amigos no entendían que para descansar me fuera a hacer el camino. No entendían que mi cuerpo a lo largo del año estaba descansado, pero no mi mente. El camino traía el efecto contrario, tu cuerpo acababa reventado, es cierto, pero tu mente se expandía, tu energía aumentaba y como consecuencia tu cuerpo a pesar del cansancio, se venía arriba. 

Al parar te das cuenta en esos momentos de muchas cosas; de que las preocupaciones diarias por inmensas tonterías no han merecido la pena, de que el parar y reflexionar es indispensable para todos porque no se puede llevar el mismo ritmo siempre, que no todo en la vida es trabajar y ser responsable, que es una delicia dejarlo todo y viajar, que hay que rodearse de las personas que te hacen bien, te aportan y te quieren y que la vida es algo que no se puede delegar, que debes coger las riendas tú mismo. Aprendes que igual que en el camino un peso de más acabas pagándolo caro... en la vida pasa lo mismo, que nos vamos agotando con cosas innecesarias. Aprendes que la vida es parecida al camino... con sus subidas y bajadas... en las cuestas se sufre pero hay que ir con la mente puesta en que después de esa subida necesariamente hay una bajada, para poder soportarla... y que en la vida ocurre igual, hay etapas de subidas, bajadas y tramos completamente llanos con los que tenemos que lidiar...

Para pararte y reflexionar no hace falta viajar y estar lejos. Cada uno debe parar como pueda. Sólo es importante poder mirarte un poquito desde fuera y analizarlo todo. Yo últimamente he tenido otra parada esencial, no la busqué , me vino impuesta, pero una vez realizada... la agradeces. Y cambias, qué importante es eso... CAMBIAR; cambiar tu actitud ante las cosas, ante las personas, ante lo que te ocurre en general.

Por eso mismo también voy a hacer un parón en este blog. La llamaré mi parada virtual. Creo haberlo dicho todo este año. Entro en una etapa de mi vida rodeada de cosas nuevas para mí. Y como todo buen parón, volveré con más energía que antes y quién sabe... mucho más tarada que nunca.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Imaginación...

"Cuando la imaginación se compara con la realidad, a veces hace mucho daño..."  Estas palabras fueron el resultado de la tajante conclusión a la que llegó un amigo mío hace poco tras escuchar mi testimonio. Me quedé pensativa tras escucharlas. Pensé que tenía muchísima razón, pero fue tan enorme mi coraje ante tal afirmación, que en vez de meditar y aceptar lo que me transmitía, decidí mejor optar por otra posibilidad motivada más por una pataleta infantil mía que por otra cosa... le dejé de hablar por treinta días. 

¿Por qué fueron precisamente treinta días? Muy sencillo, porque hace poco leí que se necesitaban tan solo treinta días para cambiar y comenzar un nuevo hábito, treinta días para que tu mente reflexionara sobre algo en particular y pudiera asimilar nueva información, treinta días para que un simple pensamiento fuera fijado en tu nueva forma de pensar y pudiera hacer un efecto positivo. Así que para ver si podía ser cierto... dejé pasar esos treinta días.

La imaginación puede ser una buena aliada o tu peor compañera de camino. Supongo que según cómo cada persona sea, surtirá un efecto u otro. En mi caso puedo decir que me ha aportado buenas soluciones en algunos casos y en otros, demasiados comederos de cabeza innecesarios. 

Me gusta soñar cuando estoy despierta. Imagino mi vida. Mi vida en múltiples escenarios. Todos ellos desde ángulos y perspectivas diferentes. Pero al fin y al cabo, mi vida. Esa vida mía que gira y gira tanto que en ocasiones creo que es lógico que la viva mareada. Pero en esos ratos en que uso la imaginación todo se modifica y mi vida adquiere un tinte diferente, calmado, relajado... haciendo que todo resulte mucho más sencillo y fácil de llevar.

Pero como vivir así sería demasiado trivial y como me gustan los retos, es normal que los momentos en los que tire de la imaginación sea cuando se convierte en mi peor enemiga. Así soy yo. En vez de optar por lo que me facilitaría y me allanaría el camino tortuoso, me acompaño por lo más complicado.

Me gusta su definición. Se trata de un proceso superior que permite al individuo manipular información generada intrínsecamente con el fin de crear una representación percibida por los sentidos de la mente. Es curioso cómo esa información no la captamos del exterior, es formada dentro de nosotros mismos en ausencia de estímulos. Representamos cosas que fueron visualizadas previamente sin encontrarse en el momento presentes en ese instante en el ambiente. 

Todo esto significa que en un momento determinado tu mente puede captar algo del exterior, lo interioriza, y cuando pasa un tiempo lo representamos gracias al proceso de imaginación. Es tan cotidiano este proceso de imaginar que no somos conscientes de lo que representa. Es sorprendente. Es tan maravilloso el acto de imaginar que no sólo se reduce al sentido de la visión, sino también engloba otras áreas sensoriales. 

Los psicólogos hacen hincapié en que la imaginación no puede anteponerse nunca a la realidad. Las personas que lo viven todo gracias a la imaginación y siempre están soñando, se pierden la realidad, se alejan de ella. Digamos que nuestro yo idealizado se asemeja más a la imaginación y nuestro yo real a nuestro presente, a nuestra realidad.

Como estoy medio tarada, me gusta la gente con mucha imaginación. Me gusta esa similitud que se le concede a la imaginación con la locura. Pienso en esos personajes de libros que me cautivaron todos ellos por su extrema falta de cordura, llevados por un exceso de imaginación abrumador. En ocasiones quisiera ser y convertirme en uno de ellos, volverme invisible para el resto del mundo y no tener que afrontar este mundo que en ocasiones se vuelve tan angosto y empinado. Me gustaría perderme en mi imaginación, vivir sin enterarme de nada. 

Pero como no me he vuelto todavía loca perdida, prefiero afrontar las cosas, vivir la vida. Levantarme día a día con esa ilusión renovada de disfrutar de todo lo que me rodea, de lo que me quiera deparar la vida, lo que tenga reservado para mí. He elegido usar mi imaginación para sólo determinados momentos en los que me tiendo en mi sofá y me dejo llevar por alucinaciones y escenarios que puede que nunca me acaezcan, pero que disfruto ese ratito a solas con ellos. Eso sí, me permito estos breves momentos muy de vez en cuando, porque no quiero perder mi tiempo, quiero usar y repartir mi dulce locura en mi mundo real, en el que existo, en el que soy una persona común con sus más y sus menos, gastarlo con las personas que me rodean y tienen un huequito en mi existencia.

 En definitiva, no quiero soñar una posible realidad... sólo quiero hacer realidad mis sueños.

P.D. Te lo dedico a ti... por tender ese puente entre mis dos mundos. ;)


sábado, 3 de noviembre de 2012

Tren nocturno a Lisboa...

"Tren nocturno a Lisboa" es una novela que he devorado. En estos días de lluvia he aprovechado cada ratito para sostenerla entre mis manos y profundizar en ella. Me he sumergido entre sus páginas con una mantita y una bebida caliente mientras escuchaba la lluvia caer al otro lado de mi ventana. Cuando disfrutas con una buena lectura, una vez que pasa el tiempo, y la evocas con recuerdos de lluvia, tranquilidad, sofá y manta... la novela parece mucho más placentera.

El título mismo me embelesó. Contiene tres maravillosas palabras. Tren, nocturno y Lisboa. Si las juntamos en una misma frase no es de extrañar que captaran mi atención. Me gusta viajar sobre todo en tren con un buen libro entre mis manos y buena música en mis oídos. La palabra nocturno me fascina y más si va acompañando de tren. Y qué decir de Lisboa... la única vez que he estado allí me gustó tanto que ha sido uno de mis viajes más recordados. 

Lo bueno de mi trabajo es que estoy rodeada todo el día de libros. Miles y miles de títulos me llaman desde todas direcciones. Leo un montón de sinopsis diariamente, descartando y anotando mentalmente los que considere imprescindibles... eligiendo mi próxima víctima. Así que cuando pasé al lado de este libro y vi su título me causó un gran placer. Me dejo llevar por estas cosas en mi vida. Al igual que las personas cuando las conoces te dan una impresión y te dejas arrastrar por ellas, acertando o no tiempo después... con los libros me ocurre lo mismo. Los elijo porque me suele atraer un buen título que me parezca interesante, también por su cubierta y cómo no... por su autor. 

Tras leer dicho título me fijé en su autor y ahí supe que mi decisión iba a ser correcta. Tenía muchas ganas de leerme algo de Pascal Mercier y mira tú por dónde, ahí estaba ante mis ojos mi ansiada posibilidad. 

Nuestro protagonista principal es Raimund Gregorius, un sabio erudito profesor de instituto de lenguas antiguas. Hombre predecible completamente y con una minuciosidad en su rutina diaria, hasta el punto de recordar a Kant por pasar puntualmente a una hora exacta por el mismo sitio. Dos acontecimientos van a trastocar su vida monótona y poco poética: una mujer apoyada en una barandilla de un puente un día de lluvia y un libro escogido al azar de un poeta portugués, Amadeu do Prado. A mitad de una clase de latín, decide de pronto marcharse, dejarlo todo y coger el primer tren nocturno camino a Lisboa. Allí conocerá tantos personajes y vivirá tantos momentos inolvidables que lo harán plantearse si no debería haber arriesgado más a lo largo de su antigua vida. Todo esto con el influjo de los escenarios de las calles de la nostálgica Lisboa.

Es un libro que te hace plantearte tu propia existencia, lo que normalmente hacemos y lo que queremos, si estamos realmente en el camino correcto de lo que buscamos para nuestra vida. Me gustan los libros así. Los que te hacen parar de leer un fragmento para pensar y meterte dentro de ti misma para interiorizar lo que acabas de leer... esto lo ha conseguido esta novelita. Tiene tantos párrafos buenos que te entran ganas de anotarlos para no caer en la mala costumbre de terminar subrayando el libro. 

Plantea cuestiones filosóficas que todos deberíamos alguna vez pararnos a reflexionar. Conceptos como la vida, como el tiempo, como la soledad más demoledora y arraigada... llegando hasta la irrevocable muerte. 

Si una parte de ti, sólo una mínima parte, se siente identificada con algo de la personalidad de nuestro protagonista, ya estás perdido en la historia. Si alguna vez te has sentido aislado, fuera de lugar, con una existencia apática y aburrida y con algo dentro de ti que te lleva a pensar que las cosas pueden o están a punto de cambiar para mejor, y sientes tirar de ti un tipo de sentimiento de nostalgia y añoranza por algo que nunca te ha pasado pero que no sabes el porqué está en ti y te guía hacia un nuevo destino... merece la pena darle una oportunidad a este libro.

En resumen, novela que me ha enriquecido. Una historia para leer y dejarse llevar, haciéndote olvidar todo lo que te rodea. 

lunes, 29 de octubre de 2012

Personalidad...

Me gusta rodearme de diferentes tipos de personas. Entre mis amigos y conocidos hay tal variedad de personalidades que a veces me divierto imaginando cómo podría dividirlos en grupos que se asemejen unos con otros. 

No me gustan las personas que se etiquetan o se pueden catalogar de una manera específica. Creo que no somos de una única manera movidos por un mismo patrón siempre. Quiero creer que una misma persona puede deleitarte con múltiples comportamientos dispares a los que no estás acostumbrado. Es verdad que interiormente por nuestros valores y todo lo que hemos interiorizado, tenemos cierta tendencia a tirar para un lado o para otro... pero eso no quita para que todos, absolutamente todos, seamos movidos por los hilos de lo imprevisible y lo inesperado.

Aceptar esto es esencial porque todos tenemos el derecho y la capacidad de poder cambiar lo que somos. Pienso que interiormente y existencialmente ya a cierta edad tenemos definida nuestra personalidad o estamos ya en ello, pero no creo en un tipo de personalidad dictatorial y reprimida que anule otros impulsos o deseos. Con esto quiero decir que conozco a personas que son muy buena gente pero que todas ellas por el hecho de tener buenos sentimientos nadie les quita que interiormente tengan ganas de matar en un momento determinado a alguien por el simple hecho de ser un gilipollas. O personas muy rebeldes y chungas en las que he podido ver, aunque sea en momentos, sentimientos que me han terminado confundiendo.

Como todo en la vida, todo tiene su lado positivo y negativo. Cuando realmente conoces a una persona y te gusta cómo es, es encantador ese momento en el que para ti todo lo que va a hacer o decir te termina resultando previsible... es uno de esos instantes que ocurren en la vida que tu mente hace un click y eres consciente que estás tan unido a alguien que nada de lo que haga te sorprende. Pero por otro lado, también pienso que es mágico el estar sentado charlando con una persona y que te sorprenda con un comportamiento, con un golpe o que te dé un giro inesperado a todo lo que te esperabas del momento, y te deja con una cara de boba observándolo, para más tarde pensar que realmente ni todos somos verdaderamente  lo que aparentamos ni nos conocemos tan bien como creemos, y que conocer y entender bien y verdaderamente a una persona nos llevaría más de una vida y que por desgracia en la mayoría de los casos ni tenemos tiempo ni vamos a malgastar más de un minuto en esa persona.

Para no nombrar a nadie en particular, hablaré de mí misma. No me gusta definirme ni decir cómo soy. Dicen que una persona realmente es una mezcla de cómo nos vemos nosotros mismos y cómo nos ven los demás. Ahora, el problema viene cuando tú te ves de una manera completamente opuesta a como te ven los que te rodean. 

Siempre he creído ser un tipo de persona... hasta hace poco. Por mis circunstancias como nos ocurre a todos, cambiamos. Es algo lógico, hay algunas veces que lo hacemos para mejor y otras para peor. Yo pienso que he optado por una mezcla de las dos. Quiero creer que esa mezcla está bastante proporcionada para no terminar siendo ni una hermanita de la caridad ni una chunga. Todo esto me termina poniendo nerviosa ya que el justo término medio de Aristóteles pues no me chifla nada. Las medias tintas sólo las considero para ciertos aspectos de la vida pero no me gusta aplicar esto a todo lo que soy. 

Así que si debo decantarme por algo he decidido hacerlo según considere oportuno. Unas veces seré una personalidad angelical, para otras dejar paso al demonio que todos llevamos dentro. Así por lo menos será mi vida mucho más divertida. 


domingo, 28 de octubre de 2012

Revelación...

Hoy he tenido una revelación. No se cómo ni el motivo de que se haya producido... sólo sé que de pronto he tenido la inmensa desgracia de experimentarla. 

Al principio te sientes como desubicada... pero como este sentimiento en realidad me persigue continuamente en mi vida diaria, no noté nada diferente. Al rato, creí por décimas de segundo, que mi mente estaba más lúcida que de costumbre... ya esto empezó a preocuparme, porque un domingo de tarde mi mente no se suele encontrar en sus niveles más altos de intensidad ni de vida. Tras esto, comenzaron a aflorar en mi mente pensamientos extraños, desconcertantes pero muy claros y vivos. Quienes tienen la suerte de conocerme sabrán que esto ya es demasiado extraño e inquietante... pensamientos dispersos siempre suelen acompañarme, pero nítidos y lúcidos... bueno, en mi mente tarada, la verdad es que pocos. 

Así que no tuvo más remedio mi desordenada mente que asociar todos los anteriores síntomas a algo realmente novedoso y desconocido para mí: una revelación. No voy a aburriros narrando cómo llegué a la conclusión que lo que me estaba ocurriendo no era ni más ni menos que fruto de una revelación... pero sí os diré que todo me ha llevado a pensar esto. 

Mi mente fue embestida por un flujo de imágenes y pensamientos alternativos que me dejaron finalmente tocada. Llegaron sin mi consentimiento, entrando a raudales, aunque no quisiera darles cobijo y no podía hacer nada por evitarlos. Hasta que finalmente... tal como llegaron... se marcharon.

El resultado os lo podéis imaginar... yo soy muy pequeña y muy chica para soportar cosas como éstas, no hay derecho a estar tranquilita en mi sofá y ser abordada de esta manera tan hostil. Cualquier persona tras esta vital experiencia, se sentiría más fortalecida, más sabia, mucho más madura... Ni que decir tiene que en mí ha producido el efecto contrario. Me ha dejado trastocada y tarada completamente.  

Pero tranquilos para los que tengan que aguantarme continuamente... creo que a estas horas ya lo tengo asimilado y superado. He sacado la parte positiva de aprendizaje y he descartado todo lo que por segundos me ha dejado tocada. 

Reflexionando sobre las posibles causas de todo esto, y con miras a que no vuelva jamás a ocurrirme nada parecido, creo haber llegado a la conclusión que, últimamente mi mente ha estado sometida a continuos pensamientos más dispersos de lo habitual. A eso le añadimos que mis últimas lecturas me han absorbido de una manera un poco enfermiza, devorándome de una manera obsesiva y que mis experiencias me han llevado a lugares remotos... pues no hay nada más que decir. 

Sólo deciros amigos míos que espero que nunca os ocurra algo parecido y que os limitéis a pasar la vida   viendo continuamente la tele sin forzar nada vuestra mente y apostando por pelis y lecturas banales y sin sentido. Yo, a partir de ahora, haré algo parecido.

Por cierto... lo que se me reveló permitirme que me lo reserve para mi tortuosa mente y para mis más sufridores allegados... ;)

martes, 16 de octubre de 2012

Viajes...

Nunca falla. Es tomar una novela de viaje en mis manos y despertarse en mi interior sentimientos mezclados con añoranzas por salir de lo cotidiano y emprender la marcha. Me entran unas ansias enfermizas de viajar. Si todo eso va acompañado del mes tan maravilloso en el que estamos, con ese aire que se respira, esas tardes tan propicias para perder nuestro tiempo al aire libre... ya la cosa se complica aún más.

Viajar enriquece el alma. No hay nada más placentero para mí que saber que me voy de viaje. Me pongo nerviosita, me exalto... todos mis sentidos se alteran. Es uno de los mayores placeres que existen. 

Siempre me ha gustado viajar. En ocasiones incluso no me ha importado dónde dirigirme, únicamente mi motivación era coger mi macuto, ponerlo en mi espalda y cambiar de aires. Ver horizontes nuevos es maravilloso, se amplía la mente y se fortalece. Ver diferentes lugares, conocer gente nueva... nos hace hasta mejores personas.

En mi vida no he podido viajar todo lo que me gustaría, es una espinita que tengo ahí clavada. Por eso admiro a las personas que sí lo han hecho. No soy nada envidiosa, pero tengo que reconocer que cuando conozco a alguien y me cuenta sus viajes, no puedo evitar sentirme pequeñita y envidiosa por todo lo que me he perdido.

Viajar es una de esas experiencias que creo que no se debe compartir con cualquiera. Ya lo escribió Vila-Matas en su libro "París no se acaba nunca"... "Si sales de viaje con una persona a la que no amas; o la terminas odiando o definitivamente acabas por adorarla". Es una experiencia tan importante que preferiría mil veces irme sola que compartir esos momentos con cualquiera que no sea adorada por mi persona. Hay experiencias en la vida que son tan decisivas y te cambian tanto que hay que saber elegir a quién tienes a tu lado. Una de ellas es viajar. Yo he tenido la gran suerte en mis viajes de haberme rodeado de personas tan importantes en mi vida que compartir con ellas esa experiencia me ha engrandecido tanto y me ha unido a ellas, que he salido enriquecida por partida doble. 

Podría contar miles de experiencias que me han acaecido en mis viajes pero me las guardaré para otro momento. Lo que sí me gustaría compartir con vosotros es algunos momentos mágicos que me han aportado mis viajes y que me han marcado para siempre. He visto tantos amaneceres y atardeceres en ciudades diferentes... he conocido a tan buenos amigos... he vivido en mis propias carnes el síndrome de Stendhal ante monumentos majestuosos que han hecho que se me encoja el alma... he conocido tantos recovecos y callecitas impresionantes que me han hecho soñar con poder vivir allí algún día cuando sea viejita y me retire del mundanal ruido de la vida cotidiana... Siempre me ha gustado leerme algún libro de vivencias y narraciones referente al sitio en el que voy a ir para después no perderme detalles de lugares y curiosidades que se me podrían pasar de otra manera por alto. Recuerdo cuando me leí "El paseante de las dos orillas" de Apollinaire antes de irme a París... fue sencillamente maravilloso.

Hoy en día por causa de mi actual trabajo no dispongo de tiempo para irme de viaje y esto me hace sentir un poco deprimida, pero como no es de agradecidos en los tiempos que corren quejarse por lo que se tiene, sólo expresar que sueño con retomar mi antiguo trabajo y mi añorado horario para emprender un fabuloso viaje. 

Pero esto no quita que siempre haya un huequito para emprender la marcha hacia algún lugar encantado. Estoy a la espera de irme a un sitio que sé que me voy a enamorar de él. No me importa en este momento de mi vida partir sola porque allí me esperan amigos y porque sé que lo necesito. Es de estos viajes que van a hacer cambiar algo en mí. Nada volverá a ser lo mismo. Volverá otra persona más fortalecida, diferente... porque todo viaje tiene de grandioso que te transforma. 

Espero que a los que no sea mucho de vuestro agrado viajar, tras leer esto, os haya, aunque sea un poquito, picado la curiosidad de ir algún sitio nuevo... con eso me sentiré complacida. Y a los que ya formáis parte de mi pequeña alma y compartáis conmigo esta vivencia, pues ni qué decir tiene que siempre estaré agradecida de que me podáis acompañar alguna vez y así poder sentarnos delante de un paisaje extraordinario y brindar porque la vida nos ha juntado para saborear lentamente uno de esos momentos inolvidables.

viernes, 12 de octubre de 2012

Para ti...

Hoy me gustaría escribir sobre una persona que merece la pena que conozcáis. Es obvio que no voy a dar su nombre, pero confío en que pueda leer esto algún día para así sentirse identificado. 

Nos conocimos hace ya mucho tiempo. Dicen que la primera impresión es importante y es lo que se queda para siempre. He de decir que en este caso eso está muy lejos de la realidad.

Cuando vuelvo la vista atrás la primera imagen que me viene a la memoria es en un aula, sentado en la parte de atrás atiborrado de libros de todos los tamaños. Nunca había visto espectáculo semejante. Todos nos reuníamos en torno a otro compañero mío esperando noticias de un profesor que teníamos nuestras dudas que nos fuera a dar clases ese día. A él parecía no interesarle nada de todo esto. Yo lo observaba y seguía leyendo, con la vista clavada en un grueso volumen de un filósofo que no recuerdo, ajeno a todo el estallido de voces que se levantaban en el aula. Me impresionó la manera que tenía de abstraerse de todo el ruido y bullicio. Parecía tan concentrado e interesado en lo que leía que al resto del mundo y a sus compañeros no nos concedía la más mínima importancia. Todo su atención se centraba en ese libro que tenía entre manos. Tras acabar la página levantó la vista hacia nosotros con cara de pocos amigos como llamándonos la atención por molestarlo en ese vital momento, y cuando pensé que se iba a dirigir a nosotros, retomó su lectura de nuevo.

Poco a poco nos hicimos amigos. Al principio pensé que no teníamos nada en común. Él vivía en un mundo y yo en otro. Teníamos opiniones diferentes en muchos temas triviales. En ocasiones lo calificaba de borde y parecía que no existía entre nosotros ninguna conexión para que se pudiera afianzar nuestra amistad. 

Pero la vida se encargaría de quitarme la razón. Yo me sentía a su lado torpe, poco inteligente... frente a su personalidad arrebatadora, culta, decidida. Pensé que tenía poco que aportarle,pero él me hizo ver con el paso del tiempo, buscando mi compañía, que mi personalidad le hacía bien, que disfrutaba de mis cosas. Era contarle cualquier payasada mía... jamás me he cruzado con nadie que disfrutara tanto con mis cosas, parece que las vivía tal y como yo se las relataba. Cualquier mínima historia sin importancia él mostraba todo su tiempo para analizarla.

Un par de asuntos personales hizo que estrecháramos lazos y de ahí todo fue a más. A partir de entonces fuimos inseparables. Exámenes, trabajos, salidas, charlas... fueron unos años realmente enriquecedores. Cuando una persona entra en tu vida y te aporta tanto, te brinda tan buenos momentos, te hace sentirte tan comprendida y querida... se crea una conexión tan fuerte que es difícil que alguna vez se logre romper.


Yo he conocido a muchos tipos de personas en mi vida pero él en especial se merece que le dedique  esta entrada. Hemos vivido tantas cosas juntos, hemos mantenido tantas charlas sobre lo que nos preocupa, hemos compartido tantos sueños a pesar que la mitad no los hemos visto realizados...

Es obvio que no todo ha sido bonito en nuestra amistad. Hemos soportado malentendidos, hemos peleado hasta la extenuación, hemos estado meses sin hablarnos, pero siempre he estado tranquila porque sabía que antes o después, gracias al respeto que nos teníamos,unas veces yo y otras él, íbamos a dar el paso correcto para acercarnos. Es de estas personas sinceras que tras una de nuestras peleas lo único que le preocupaba era saber lo que se había perdido de mi día a día, quería que le pusiera al tanto de todo lo que había pasado por mi "loca cabezota". 

Hoy en día seguimos siendo amigos. Cada uno tiene su vida y ya no pasamos tanto tiempo juntos como en el pasado, pero esa conexión sigue viva y cuando tengo malos y jodidos momentos él está siempre ahí para darme sus largos y cansinos sermones que me hacen sonreír horas más tarde por sus ocurrencias y porque me hacen la vida mucho más llevadera. Solo decirte gracias. :)


miércoles, 10 de octubre de 2012

Fobias...

Existen tantos tipos de miedos psicológicos que sería imposible poder aquí explayarme en cada uno de ellos. Además que no todos me interesan igual. Es curioso cómo los que más me llaman la atención son los que una misma se piensa que puede estar más cerca de poder sufrir. No voy aquí a hablar de mis propios miedos está claro. Ese dato lo reservo para mis más allegados con los que puedo contar diariamente para tratar de disolverlos.

Me interesan mucho los miedos psicológicos. Siempre me ha fascinado el poder que tiene realmente nuestra mente en nosotros. Y curioseando sobre ello, me encontré el otro día con una palabra que no había escuchado en mi vida. Se trata de la atazagorafobia. Fue leerla en voz alta y sentí curiosidad por esta palabra desconocida hasta entonces para mí. Su definición es bien clarita y todos alguna vez la hemos experimentado: miedo a ser olvidado. Ahí me interesó muchísimo más...¿cómo es posible que algo tan común y tan experimentado por nosotros, el miedo a que nos olviden, tenía un nombre que yo jamás había escuchado?

Se define realmente como un persistente, anormal e injustificado miedo a ser olvidado, a ser ignorado o al mero hecho de olvidar. Está claro que lo que más me llamó la atención y me interesó a mí personalmente fue el miedo a ser olvidado e ignorado. Pensemos en ello... ¿qué puede ser más espantoso? ¿el miedo a olvidar... o a ser olvidado?

Esa pregunta tan interesante y tan inoportuna apareció en mi mente ayer cerca de la una de la mañana. Pensé que podría haber llegado unas horitas antes a mi cabeza para no fastidiarme mis horas de sueño y relax, pero no hubo suerte. La consecuencia de ello como podéis imaginar es una parte de la noche que estuve desvelada y despotricando contra toda la psicología. 

Así de entrada me resultaron espantosos ambos miedos. No quería imaginarme el horror que puede suponer la palabra olvidar. Aunque es cierto que a veces puede resultar atractiva la idea de olvidarlo todo o alguna parte de nuestra vida... si lo pensamos bien, es una putada. Todo forma parte de nuestra vida, tanto lo bueno como lo malo. Lo malo nos hace ser más fuertes y lo bueno nos enriquece, así que no creo necesario tener que olvidar nada de mi existencia. Esta fobia también se refiere al mero hecho de temer olvidarte cosas, pero de todas los conceptos que engloba no me voy a referir a ello por ser el que menos me preocupa por pensar ya que soy  la primera olvidadiza.

Y qué decir del otro miedo... miedo a ser olvidado. Es algo terrorífico, no quiero que nadie se olvide de mí. Yo existo como persona que soy, tengo mis cosas buenas y malas, pero no me merezco el que nadie me olvide, el que nadie me borre de su incierta existencia. Pero ¿por qué nos da tanto miedo que nos olviden o ignoren? No depende de nosotros, es algo que si lo decide hacer otra persona no está en nuestras manos poder hacer nada por ello. A pesar de que alguien elija esa determinación nosotros seguimos existiendo igual, seguimos siendo nosotros mismos, no se nos arranca o quita nada de nuestro ser. Pero ¿por qué entonces parece como si sintiéramos que nos han quitado una parte de nuestra alma? ¿por qué sentimos que nos falta algo tan importante?

Amigos míos, esto de la psicología es realmente perturbador e inquietante. Ayer mismo en mis horas de desvelo, no tuve más remedio porque tengo una pequeña tara, de tener que  ponerme a hablar sobre ello con alguien y lo hice con un buen amigo. Charlamos de éste y de otros temas. Es lo bueno de estar tarada, que tienes amigos y te relacionas con gente que también lo está. Llegamos en parte a la conclusión de que este tipo de fobias está más relacionada con las personas que sufren dependencia y necesidad por otras personas. Pero no lo tengo muy claro. Sólo sé que estuve parte de la noche meditando sobre este tema por el simple hecho de haberme topado con el día de ayer con esta estupenda palabrita.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Soledad...

Hoy me apetece centrarme en una palabra por la que todos de alguna forma nos sentimos identificados. Me refiero a la "soledad". Su definición es la de carencia de compañía, o pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguna persona o cosa.

 Entendido así nos puede parecer muy lejano, nos decimos "con estar siempre rodeados de gente..." o "no todos los días experimentamos la pérdida de alguien o algo...".

Pero el término que a mí más me gusta de la soledad es su definición filosófica. Es nuestra condición ordinaria, hasta el punto de que absolutamente nada puede abolir nuestra soledad esencial, que reside en el hecho de que estamos solos para ser lo que somos y para vivir lo que vivimos. Es el precio que hay que pagar para ser uno mismo.

No hay que confundir soledad con aislamiento o con vacío. El aislamiento es estar separado de los demás a veces por decisión propia y otras por circunstancias ajenas que se nos presentan, pero es un estado anormal y temporal, ya que el hombre está creado para vivir en sociedad. El vacío que en ocasiones también sentimos no es otra cosa que la pérdida del sentimiento de que la vida es significativa. Es como vemos, también temporal y no una condición inherente al ser humano.

La soledad es un concepto maravilloso que a través de la historia ha sido tratado en literatura; cuántos autores nos han hecho disfrutar con personajes movidos por una tremenda soledad... cuántos poemas que hablan de la soledad han reflejado tan bien nuestro estado anímico en un momento determinado que nunca lo hemos podido expresar tan bien con las palabras... Y qué decir del cine y de la música y del teatro; cuántas canciones existirán que nos transmiten ese dolor que sentimos al experimentar la verdadera y espantosa soledad... cuántas películas nos han encogido el alma al recordarnos vivencias por las que todos hemos pasado de auténtica soledad...

Nuestra condición ordinaria es la de estar solos. Nadie puede vivir tu vida ni nadie va en un futuro más o menos inmediato poder vivir tu propia muerte. Nadie puede vivir tus experiencias y lo que te hace desarrollarte como persona. No podemos delegar nuestra propia existencia en manos de nadie. Depende sólo y exclusivamente de nosotros. De ahí que sea un concepto tan importante y a la vez desgarrador. 

Estamos solos en este mundo en el que nos ha tocado vivir. Podemos hacerlo después más llevadero teniendo buena compañía alrededor y disfrutando con la gente a las que queremos. Todo eso es extraordinario... pero no hay que olvidar que siempre para lo importante, para lo que depende exclusivamente de nosotros, vamos a estar terriblemente solos.

Por eso creo que es muy bueno conocernos bien y tener momentos de aislamiento voluntario. Y cuidarse a uno mismo porque en realidad y mirándolo desde un punto de vista objetivo... sólo nos tenemos a nosotros mismos. 

Si ahora mismo todo estallara a nuestro alrededor y todo lo que nos rodea desapareciera y tuviéramos la buena o mala suerte de permanecer todavía aquí conscientes de todo, tendríamos que hacer frente de una vez por todas a que con lo único que contamos es con nuestro solitario e inestimable yo.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Una soledad demasiado ruidosa...

No estoy acostumbrada ni me agrada la idea de comentar libros. En todos los que leo suelo encuentrar aunque sea mínimos detalles que me encandilan y se me quedan grabados en la memoria para siempre. No es el caso del libro que me acabo de terminar. Todo en él merece la pena.

"Una soledad demasiado ruidosa" de Bohumil Hrabat no te engancha por el argumento en sí ni por la trama... te enamora por cada detalle que se aprecia entre sus líneas, por la forma en que está escrito, por lo que te hace pensar cada capítulo. Hay párrafos enteros que dicen tanto con una prosa tan sencilla que hacen que tu mente se enriquezca tanto que agradeces al autor las páginas de este hermoso y pequeño libro.

Hay libros que son tan extensos y pesados, que los autores les dan tantas vueltas a las situaciones y personajes que terminan por aburrirnos y tenemos la sensación cuando los acabamos que sobraban las cien últimas páginas para tener la impresión final de una buena lectura. En mi librito elegido no pasa esto. Es tan cortito pero a la vez tan denso que es imposible que el lector se aburra. No sobra en mi opinión ni falta nada. Todas las ideas están plasmadas correctamente en sus 44 páginas. Sólo hacen falta estas pocas páginas para conocer al personaje y entrar en la historia que se nos brinda. Una historia por cierto dura como la que más, con un personaje con atisbos de infelicidad pero agarrado a una última esperanza gracias a su inmenso amor a los libros y a la lectura. La historia se centra en la ciudad de Praga envuelta en un escenario gris y caótico pero eso no quita que ames al personaje principal del libro, para que llores y te rías con él y lo acompañes casi siempre, con una amable sonrisa en los labios del lector, por todas sus aventuras por las calles de Praga.

El personaje que capta nuestra atención es Hanta, un viejecito que realiza su trabajo en los subterráneos de la ciudad de Praga. Se dedica hace 35 años allí abajo a prensar papel. Hanta tiene dos motivaciones en su monótona vida. Una la lectura y otra la cerveza. Ama los libros, es feliz con cada volumen que se encuentra en su trabajo, hasta el punto que se los va llevando a su casa y tiene su pisito abarrotado de ellos. Hay un párrafo en el libro que me gustaría exponer aquí que explica esto muy bien:

"Hace treinta y cinco años que me embadurno con letras, hasta el punto de parecer una enciclopedia. Basta que me incline un poco para que me rebosen los más bellos pensamientos. Soy culto a pesar de mí mismo y ya no sé qué ideas son mías, surgidas propiamente de mí, y cuáles he adquirido leyendo..."

Su otro vicio es la cerveza, ingiere jarras y jarras de cerveza todo el día pero no busca con ello emborracharse sino poder reflexionar mejor, penetrar hasta el corazón mismos de los textos, para que el texto le despierte.

Hay libros que tienen tal efecto en las personas que lo leen que no te pueden dejar indiferente. "Una soledad demasiado ruidosa" te engancha por la belleza de su prosa. Es de estos libros en los que si no fuera un pecado subrayar libros, te encantaría señalar párrafos y párrafos enteros para volver a leerlos de vez en cuando porque te despiertan algo maravilloso y hacen que tu mente se quede atrapada por frases inolvidables y escenas únicas. Dicen que las obras de arte por su belleza, su impacto en nosotros, son las únicas que pueden tener el efecto de trascender nuestra mente, pues yo con este pequeño librito he conseguido entender el significado una vez más de esta idea.

Termino con otro párrafo resumido maravilloso que es de mis preferidos que hizo que se me encogiera un poquito el alma. La idea es que Hanta es espectador de cómo unos camiones se llevan miles de libros que él había encontrado con el sello de la Biblioteca Real de Prusia. Joyas de libros encuadernados en piel y con el lomo y título estampados en oro y es testigo de cómo se los llevan y empieza a llover...

"Los libros fueron cargados en vagones abiertos, empezó a caer un chaparrón que se transformó en un diluvio. De los vagones goteaba agua dorada mezclada con hollín y tinta de imprenta. Yo, apoyado en un farol, no podía creer lo que veía y cuando el último vagón desapareció, la lluvia se mezclaba sobre mis mejillas con las lágrimas y al ver a un policía uniformado, le alargué las manos suplicándole que me pusiera las esposas porque acababa de cometer un crimen contra la humanidad".

En fin, creo que no tengo más palabras que añadir.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Historias desentrañables...

¿Por qué razón físicamente nos encontramos en un lugar y con una compañía determinada y mentalmente nos apetecería siempre estar en el lugar opuesto y rodeados de otra gente? ¿Por qué ocurre que no valoramos lo que tenemos y cuando se nos esfuma por cualquier motivo lo terminamos siempre añorando? ¿Por qué nos pasamos la vida suspirando por un estado o por un trabajo o por una persona en particular y cuando la vida nos la acerca o tenemos la oportunidad de ser parte de ese trabajo tan ansiado, no era, ni se acerca mínimamente a lo que esperábamos? ¿Por qué siempre queremos lo que no tenemos? ¿Por qué somos como somos?

 ¿Por qué cuando viene una racha buena todo lo que nos ocurre no deja de ser maravilloso y cuando tenemos una racha mala parece que la vida y los que nos rodean se empeñan en hacérnosla mucho más asquerosa cayéndonos encima de pronto como una losa todo lo negativo sin consideración alguna? ¿Por qué motivo todo lo positivo tiene su lado negativo y nos cuesta después tanto ver y entender que igualmente todo lo negativo tiene una parte positiva?

¿Por qué nos pasamos la vida ansiando y esperando que llegue ya el futuro para ver cumplidas miles de expectativas buenas que teníamos en mente olvidándonos de vivir y disfrutar el momento presente, y cuando llega ese futuro no somos capaces de llevar a cabo ni la mitad de lo que teníamos entre manos? ¿Por qué nos cuesta tanto realizar cosas que sabemos que si las hiciésemos serían lo mejor para nosotros? ¿Por qué metemos tanto la pata y nos saboteamos de tal manera a nosotros mismos haciendo cosas y rodeándonos de personas dañinas que sabemos que no nos vienen bien?

 ¿Por qué la vida nos pone por delante en nuestras propias narices situaciones que sabemos que hay que superar y que sería el momento oportuno para lidiar con ellas pero nos sienta como una patada en el trasero tener que enfrentarnos a ellas en ese mismo momento? ¿Por qué exigimos tanto y damos tan poco? ¿Por qué nos cuesta tanto ponernos en el lugar de otra persona y ver desde su punto de vista que algo de razón tenía?

¿Por qué creemos llevar siempre la razón y nos sienta tan mal que nos corrijan o que nos digan que hemos metido la pata? ¿Por qué un halago es tan bien recibido y una crítica hace que nos amarguen el día? ¿Por qué la gente no puede estar sola? ¿Por qué hay momentos en la vida que preferimos estar mal acompañados que estar felices solos? ¿Por qué suena tan mal necesitar a alguien y nos gusta tanto que nos necesiten? ¿Por qué nos da cierta reticencia  nombrar la palabra amar?

¿Por qué aspiramos a algo para después pasarnos todo un día quejándonos por ello? ¿Por qué es tan fácil pensar mal y cuesta tanto pensar bien de alguien? ¿Por qué preferimos que nos tomen por astutos con tintes de mala gente que pasar por buena gente y con miedo a que nos puedan tomar el pelo?

¿Por qué los momentos buenos duran un segundo y los malos una eternidad? ¿Por qué siempre cuando terminamos con una relación añoramos lo que teníamos con esa persona y normalmente la mente nos suele traicionar recordando sólo los buenos momentos y nunca los malos? ¿Por qué en ocasiones somos nuestros peores enemigos? ¿Por qué justificamos siempre a los demás y a nosotros mismos no nos pasamos ni una?

¿Por qué nos cuesta tanto saber lo que queremos y cómo nos gustaría que fuera nuestra vida? ¿Por qué todo lo que merece la pena supone un gran esfuerzo conseguirlo y lo que no es tan fácil se puede tener en un instante? ¿Por qué pensamos tanto y actuamos tan poco? ¿Por qué un sí suena tan bien y un no cuesta tanto decirlo?

¿Por qué es tan duro tomar una decisión y cuando finalmente la tomamos ya no queda más remedio que optar por la que habíamos descartado porque ya es tarde para la favorita? ¿Por qué cuando hay que decidirse por dos opciones casi siempre optamos por la decisión equivocada? ¿Por qué lo bueno que hacemos en la vida nunca se nos recompensa y lo malo lo tenemos que pagar a un precio tan alto? ¿Por qué hay personas malas que tienen suerte en la vida y gente tan buena que parecen haber nacido con mala pata? ¿Por qué hay tanto paleto y subnormal ejerciendo en puestos de trabajo y tanta gente preparada en paro y en curros que nada tienen que ver con lo suyo?

¿Por qué las comidas que son las peores para la salud son las que más dependencia nos causan y las que están más ricas? ¿Por qué llaman mal hábito o vicio a algo que nos causa tanto beneficio y placer y suena tan mal y aburrido todo lo relacionado con la buena salud?...

No sé si alguna de estas preguntas os han pasado alguna vez por vuestra mente, sólo sé que yo he vivido todas y cada una de estas historias desentrañables. El resultado ya lo sabéis y no podría ser de otra manera... y después se quejan de que estoy un poco tarada...


lunes, 17 de septiembre de 2012

Sobre el amor...


Todos sabemos por propia experiencia que el mero hecho de existir es complicado. Nadie se atreverá a negar esa evidencia. Desde la antigüedad los filósofos han recalcado lo duro y arduo que es dicha tarea.   Desde que el hombre se convirtió en el centro de las preocupaciones  dejando atrás hasta a la mismísima madre naturaleza, se nos ha inculcado un peso existencial sobre nuestros hombros difícil de soportar. 

Si a toda esta complejidad se le añade tener que vivir día a día estando un poco tarada... ya os podéis imaginar cuál puede ser el resultado.

Estar tarada tiene como todo, su lado positivo y su parte negativa. Yo prefiero centrarme en lo positivo. Ya de por sí que te etiqueten como tarada gusta, hace que te sientas orgullosa, más viniendo en ocasiones de personas a las que encuentras insulsas y aburridas... Prefiero mil veces estar un poco tarada que ser como ellos. Digo "un poco" para nunca faltar a la verdad. "La verdad"... ese concepto tan misterioso y estudiado por mi gremio de filósofos... cuando alguien me habla de lo que ellos conciben como verdad no puedo dejar de sonreír... se creen muy listos con sus verdades absolutas, cuando a medida que pasa el tiempo pienso que las verdades son cada vez más relativas. 

Sí, lo admito, estoy tarada, completamente tarada. Si vivir la vida como yo lo hago es estar tarada... si pensar como pienso es de tarados... si mis ideas, pensamientos y conclusiones hacen parecer que tengo un gran toque dado... pues no tengo nada que objetar en mi defensa.


Hoy os hablaré de un sentimiento común en todos los mortales estén tarados o no... el gran, mágico, sagrado y muchas veces asqueroso sentimiento de amor. Me refiero al amor proyectado hacia una pareja, claro.


¿Quién no ha estado alguna vez enamorado? ¿Quién no ha sentido tambalearse su mundo anclado en sólidos cimientos? ¿Quién no ha pasado de la auténtica felicidad al fiasco más destructivo?


Amigos míos... todo eso se lo debemos a este gran sentimiento. La palabra "amor" transmite tanta
s sensaciones y pensamientos dispares y contradictorios como ningún otro sentimiento. Dependiendo del momento en el que te encuentres emocionalmente ahora mismo te inspirará palabras hermosas y bellas o las peores burradas que una persona sea capaz de soltar.

Dicen que debe ser un sentimiento enfocado en la entrega, en el simple hecho de dar sin esperar nada a cambio, en sacar lo mejor de uno mismo para compartirlo con la persona elegida. Todas ellas palabras bonitas sacadas de las mejores novelas románticas. Pero la realidad o parte de lo que muchos habéis vivido es todo lo contrario. El amor es puro egoísmo. Nadie ama por el simple hecho de amar y ser amado, la peña ama para básicamente recibir. Lo poco que damos (y ya nos exprimimos suficiente para sacar eso de nosotros), es algo con lo que esperamos recibir el doble o triple de lo que hemos aportado. No nos gusta entregar nada a nadie, sino es para que sea recompensado de alguna manera. Y no nos engañemos, es jodido compartir lo mejor de nosotros mismos. Coño, es duro ya tener algo bueno, para que se lo tengamos que dar a cualquier persona sin tener indicios absolutos de que sea la persona definitiva para nosotros.


Y eso de la persona elegida es una auténtica bazofia. La mayoría de las parejas no han elegido a la persona perfecta para ellas. Se han tenido que conformar con alguien que se cruzó delante de ellos en un momento determinado y estuvo presente en el lugar adecuado. Saben que si se hubiesen esperado cinco minutos más o hubiesen quedado en otra calle paralela a ésa se les habría presentado otra persona completamente diferente a la que tienen y con la que cuentan ahora mismo en sus vidas.


El amor nos completa dicen... Sin él somos seres insatisfechos e incompletos que vagan por el mundo ansiando hallar a su media naranja para vivir completos para siempre. Sí, amigos, yo también he leído los diálogos de Platón en el que esos seres sometidos a la ira de Zeus que los despoja de sus otras mitades vagan por el mundo perdidos y desorientados ansiando reencontrars
e con sus mitades perdidas.

No existe nada más vulnerable que el amor. Toda tu confianza y seguridad que te ha llevado tanto tiempo edificar como una barrera sólida ante los demás se hace añicos y se derrumba cuando nos enamoramos. Te sientes desprotegido, temes perder lo que tienes, y en ocasiones este sentimiento puede ser tan trágico que a muchos les lleva a la desesperación. Así que nos terminamos por plantear si estamos mejor desorientados e incompletos, solos o puteados y viviendo con miedo eternamente acompañados...


Algunos que dicen estar enamorados cuentan ser felices, que se pasan todo el día sonriendo con cara de bobos... dios mío, qué mal está el mundo y cuánto daño nos han hecho las novelas rosas y algunas películas tontas e infantiles. ¿Cara de bobos dicen? Yo más bien les veo cara de gilipollas. No saben vivir independientes, sin estar ni contar con la otra persona. Son seres a mi entender infelices porque son capaces de darle un sentido al concepto de amor tan enrevesado e infantil que dan ganas de vomitarles encima. Estar a su lado es odiar el concepto universal de amor y plantearse el suicidio y otras formas de odio y venganza.


Odio a las parejas que se tratan entre ellos como si fuesen tontos. Esos diminutivos que emplean para dirigirse unos a otros me desquician. Se piensan que por el mero hecho de tratarse y llamarse así su sentimiento de amor se amplía, cuando a mi entender los hace y los convierte en seres insignificantes que en vez de crecer se desgastan a cada minuto que pasan en mutua compañía. Yo he llegado a la trágica conclusión de que hay personas que se les podría multar por amar.


No quiero con esta reflexión que se piensen lo que no es, conducirlos a un equívoco. Amar es maravilloso pero como todo sentimiento debe estar basado en la madurez, el respeto y la realidad, nunca dejarse llevar por idealismos absurdos que nos atiborran de mensajes incongruentes e infantiles.

O mejor, no me echéis cuenta... es algo lógico, yo estoy completamente e irremediablemente tarada.
















sábado, 1 de septiembre de 2012

Silencio...

En la penumbra de un cuarto observa el techo. Lleva así ya varias horas. Su mente es una acumulación de recuerdos. En un segundo se despliegan ante ella tantos sentimientos, pensamientos y sensaciones contradictorios que en un momento cree que le va a estallar la cabeza. Ante ella, pasado, presente y futuro se mezclan y se presentan como un torbellino de ideas que empiezan a agobiarla cada vez más a cada segundo que pasa. 

Desea que todo sea un sueño y que al despertar todo vuelva a ser como antes. Pero obviamente no es así. Se encuentra tan vulnerable que se agarra hasta a las supersticiones. "Cuando cuente hasta diez... sonará el teléfono y escucharé su voz. Uno, dos, tres..."

No llega hasta el número ansiado y temido. Algo en ella no cree en esas cosas. Pero después de un rato y tras pensarlo mucho se arriesga. Bah, no pierde nada. Uno, dos, tres... nueve y diez.

El diez lo pronuncia mentalmente con una sensación de esperanza y de miedo a la vez, "mala combinación" piensa. Abre los ojos esperando ansiosamente, agudiza el oído, escucha... pero nada. Tan sólo puede oír el latido de su corazón que golpea ferozmente en su cabeza. 

Intenta distraerse con otras cosas. Se repite todo aquello que aprendió hace tiempo sobre que es ella quien controla su mente. Así que ya es hora de aplicarse ciertas cosas. La intenta dejar en blanco... por un instante lo logra... Bendito minuto de paz y tranquilidad... pero esto dura poco. Su mente parece burlarse y vengarse de ella porque tras eso, arremete  con más fuerza que antes. Se ve colapsada por imágenes, que le van golpeando mentalmente durante un instante que dura para ella toda una eternidad.

Este momento se repite durante días y más días. Pero como todo tiene su lado bueno, en este tiempo ha aprendido a controlar ciertos pensamientos, a no dejar ni permitir que le afecten tanto, a verlo todo desde otra perspectiva. Se va sintiendo cada vez más fuerte y ya no le resulta tan duro ni tan triste el estar ahí en la penumbra de su cuarto. Comienza a saborear ese momento de tumbarse en la cama y quedarse sola consigo misma. 

Una mañana abre la ventana y permite que no haya más oscuridad en su cuarto... La luz del sol entra a raudales y le molesta en un principio en los ojos pero poco a poco se va acostumbrando. Le resulta tan afín y le sienta tan bien que ahora no entiende que haya podido vivir sin ella durante tanto tiempo. Sonríe a lo que le espera. 

Y justo en el momento en que se va a marchar... suena el teléfono... va hacia él decidida y ve marcado el número que le está llamando. Se queda quieta observándolo sin dudar, tras eso sonríe satisfecha y da marcha atrás en dirección a la puerta. 

lunes, 23 de julio de 2012

Madurez...

Una de las cosas que más me pueden llegar a complicar la existencia... es el acto de tomar decisiones. Para mí no es asunto fácil. Hay momentos en la vida en que debes ponerte a ello, da igual que no lo quieras enfrentar en ese instante y lo ignores o postergues para el día de mañana... antes o después tienes que coger el toro por los cuernos y afrontar los problemas cara a cara. A veces damos tal rodeo tratando de escurrirlos y evitarlos que al final nos percatamos que ha sido absurdo, que hemos terminado perdiendo nuestro precioso tiempo para acabar dando un rodeo y terminar delante de los mismos problemas de igual manera.

Es complicado ser consciente de que te encuentras inmerso en una situación que requiere tu elección de toma de decisión para no terminar estancado. Pero joder, es que no es nada fácil tomar las riendas de tu propia vida.

El mero hecho de tomar decisiones supone conocerse a uno mismo, saber qué es lo que más te conviene, eliminar cosas, personas y situaciones dañinas... en definitiva, implica un ejercicio de introspección que es importante hacerlo de vez en cuando. Hoy en día, es tarea ardua someterse a dicho ejercicio. Todo a nuestro alrededor gira y está proyectado hacia todo lo contrario y meterse en uno mismo y ver cara a cara nuestro propio abismo, verse desnudo, sin las apariencias, sin máscaras y tener que plantearse rectificar, ver lo bueno y lo malo que tenemos... para qué nos vamos a engañar... no es fácil y a veces ni agradable.

Dicen que así vamos madurando, eligiendo un camino por cada decisión tomada. Yo no sé si he madurado, pero como todos vosotros me he visto envuelta en la maldita tesitura de tener que tomarlas.Cuando te dan todo dado y no te haces responsable de elegir lo que quieres para ti, la vida es más fácil pero también má aburrida y sin sentido.

Algunas decisiones son bastante sencillas, te sienta bien tomarlas, no tienes que pensar mucho en los pros y en los contra, simplemente te dejas llevar y puede hasta que nos autoengañemos creyendo que hemos optado por la decisión correcta. Se nos queda una cara de bobos...

Otras son igualmente simples, te decides por ellas porque sabes a ciencia cierta que te van a conducir por un camino por el que no estás dispuesto a pasar más y eliges rápidamente la decisión contraria; no porque te encante tampoco, pero lo haces huyendo de la otra opción drásticamente.

Lo realmente jodido es cuando te encuentras inmerso en un cruce de caminos en que los dos lados te reportan cosas que te llenan y te dañan igualmente. Es ese momento infernal que odio, cuando te entran las dudas. Se pasa fatal. Ahí es má sencillo errar y equivocarse y terminas jodiéndolo todo. Cosa por cierto muy habitual en el ser humano.

Hay que ser muy fuerte y muy adulto para no arrastrar la maldita sensación tardía que te has vuelto a equivocar.

Dicen los "entendidos" y los "maduros" que sea lo que sea por lo que hayas optado, que da igual que hayas acertado o la hayas cagado, que una vez tomada la decisión hay que tirar para adelante sin girar la vista atrás, que siempre es bueno porque se despliegan ante ti mil posibilidades diferentes. Pero para las personas "normales" y con tintes de "infantilismo", para los que vivimos entre una especie de etapa de madurez y la fase anal, entre las que yo por supuesto me sitúo, es una putada. Te ves perdida en tal abismo que ni finalmente avanzas ni retrocedes y se produce un sentimiento desconcertante. Se produce un estancamiento. Con toda seguridad piensas que la has cagado de nuevo, que te has equivocado, que eres tan cobarde que hubieras preferido tener sólo un camino y haberlo enfrentado, a tener a tu alcance miles de opciones reales disponibles ante ti. Porque así es todo más complicado.

En ese momento, te da igual no crecer, lo único que quieres es que pase ese instante lo antes posible, como sea. Piensas que mañana lo podrás afrontar mejor.

Llamadme infantil, pero no me gusta tomar ciertas decisiones.

Si eres como yo, que te supone una putada tomar decisiones, dále a me gusta...:)

sábado, 2 de junio de 2012

El cuento del punto negro...

Vamos por un instante a intentar imaginarnos una línea... una simple línea. 

No se trata de una línea recta... ni siquiera curva... si no que va cambiando y modificando su forma según los vaivenes de la vida. Esa línea consta de un principio y de un final. En cada uno de los dos lados se sitúan dos puntos negros. Se trata de dos puntos en apariencia semejantes. Son muy parecidos entre sí pero si uno se fija bien empieza a observar diferencias entre ellos. Uno es de un color negro más oscuro y la forma de avanzar por la línea es continua. El otro en cambio es de color negro grisáceo, y se desplaza por la línea de una manera peculiar... lo mismo va para delante que se mueve para atrás. Su recorrido es discontinuo. 

Cada uno de estos puntos tiene su propio espacio, su sitio y lugar en la línea. A medida que la vida va pasando ambos puntos se van desplazando por la línea, recorren varios metros, retroceden... hasta que llega un inesperado día que sin darse cuenta se tropiezan. 

Se produce un hecho insólito. Al encontrarse se quedan asombrados, se miran el uno al otro y se estudian. Los puntos negros son por naturaleza solitarios, distantes, llevan toda su vida solos, sólo se mueven por inercia y lo único que saben hacer es desplazarse por la línea sin sentido alguno. 

Al producirse el encuentro, se ven obligados de un día para otro a contar uno con el otro, no saben qué hacer con el otro punto negro. Así que no les queda más remedio que comenzar a moverse juntos por la línea. Ya no están solos, por tanto avanzan al mismo tiempo siguiendo la misma dirección. 

Se producen días felices aunque extraños. No es fácil acostumbrarse a una rutina diaria de soledad y de vacío y verse obligado en un momento determinado a la experiencia de compartir. Los puntos descubren que se pueden relacionar entre ellos. Día a día van dependiendo el uno del otro sin darse cuenta... hasta que llega un momento en que están tan unidos entre ellos que parecen en apariencia un solo punto negro enorme situado en un espacio específico de la línea.

Pronto comienzan las desavenencias entre ellos. Un punto comienza a considerarse más importante que el otro, hasta llega a creerse que tiene el mando y la capacidad de decidir sobre el otro. 

Viven situaciones complicadas. En ocasiones uno de los puntos se ve arrastrado por el otro y entre ellos nada resulta  lo mismo. En otras se van adelantando en el camino uno al otro o retroceden siguiendo en un instante direcciones opuestas. Cuando eso se produce, los dos puntos tiran y tensan tanto la línea que uno de los puntos es trasladado de golpe por el otro hacia el lado del vencedor. 

Llega un día que es tanta la tensión acumulada en la línea por ambos puntos que la línea termina cediendo y rompiéndose por uno de los lados. El punto que cae experimenta los peores sentimientos conocidos... miedo, desesperación, temor ante lo desconocido, desasosiego... Todo lo malo se apodera de él. Se siente débil, vencido. Le sobrevienen la nostalgia, el apego por lo que tenía...

Pero poco a poco esos sentimientos se transforman en otros. Se da cuenta que lo que está viviendo ahora y el espacio nuevo en el que se encuentra no tiene las limitaciones de la línea. Aprende a liberarse de todo su pasado. Se ha convertido en un punto independiente como antes, pero con unas nuevas circunstancias en las que tiene todo el espacio ante él para ir donde quiera... y avanza ya confiado y sin miedo.

jueves, 31 de mayo de 2012

Tiempo...


Es curioso cómo un simple día de playa puede depararte tantos pensamientos...

Coges un día cualquiera y decides ir a pasarlo a la playa. La compañía es perfecta, te encuentras rodeada de unos buenos amigos y de gente que no conoces de nada, pero mientras que va trascurriendo el día, los sientes ya cercanos a ti. Pasas en definitiva un día agradable.

La playa es fabulosa para relajarte porque no tienes nada que hacer realmente, sólo dedicarte a ti misma y ver pasar el tiempo. Puedes ocuparte de observar y disfrutar pero tienes muy claro, que a todo menos que a pensar. Ya eso lo haces a diario y hoy es día de dejar la mente en blanco y dejarte llevar. Intentas alejar de ti todos los pensamientos y prejuicios que te acompañan en el día a día y a veces te incomodan.  

Es bonito estar sin hacer nada, se trata de un día relajante en el que sólo te tienes que preocupar de disfrutar del momento, de comer, de bañarte, de pasear, de reír, de charlar. Todo lo demás se evapora. Las preocupaciones del día a día se logran ver tan lejanas... que hasta llegan a parecerte que pertenecen a otra persona ...

Está visto que en mi caso ni ese momento de descanso mental tengo. Para mí estar ahí  conlleva  ser consciente de toda esta realidad.

Ayer, mientras que dejaba mi mente en blanco para no pensar en nada... me puse a meditar sobre el concepto del tiempo.

El concepto del tiempo es muy relativo y engañoso. Me gustan las cosas relativas. No saber en un instante determinado lo que te va a terminar sucediendo y que todo, según la perspectiva con la que la enfoquemos, se puede ver de una manera o de otra... es algo siempre a la vez perturbador y excitante.

El tiempo en un día de playa transcurre sin alteraciones, más bien lento.  Es así, es un fluir de instantes que avanza de manera inexorable y sin nada que podamos hacer para modificar su habitual curso en nuestras vidas. Se va desplegando ante ti y tiene el maravilloso poder de modificar tu percepción. Experimentar, que un eterno momento fascinante ha durado tan sólo un segundo, y en cambio, otro momento desesperado, horas interminables. 

Cuando somos adultos todo pasa y acontece con una inmensa rapidez. No nos damos cuenta del paso de las horas y de los años. Cuando nos paramos a pensar por un segundo en todo lo que nos ha pasado, nos sentimos atrapados por la velocidad del paso del tiempo. Nos sentimos hasta agobiados porque tenemos la impresión y la absoluta certeza que no hemos aprovechado lo que nos ofrece la vida en todo su apogeo.

En cambio todo era diferente cuando éramos niños. Recuerdo esas horas interminables, en las que te daba tiempo a disfrutar de todo. Unas simples vacaciones eran tan largas e interminables como un día de colegio. El tiempo transcurría lento, pausado porque no teníamos conciencia del tiempo que se nos iba. 

Para el ser humano el tiempo es decisivo e importante. Lo medimos todo a través de ese concepto de tiempo. Un mismo instante para una persona puede presentarse eterno y para otros muchos ser fugaz. La frase típica que siempre escuchamos de "tiempo al tiempo" o "todo es cuestión de tiempo", hace que nos relajemos y seamos capaces de por unos segundos pensar que la vida puede ser eterna y que disponemos de todo el tiempo del mundo para ser o hacer lo que queramos, lo que nos de la gana.

Pero ya he mencionado que el tiempo es engañoso. Y se trata de una noción errónea. La vida y las experiencias nos recuerdan continuamente que tan sólo disponemos del día de hoy, ni siquiera del día completo, sino sólo de este mismo instante en el que me encuentro escribiendo estas líneas. Todo lo demás no existe, no podemos contar con ello.

Lo único que definitivamente tenemos y es real se denomina presente... ese punto infinitesimal situado entre nuestro pasado y el futuro incierto.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Paréntesis...

Existe una palabra que pienso que es importante concederle un ratito de nuestro tiempo. Esa palabra es "heterogeneidad". Se define exactamente como la composición de un todo de partes de distinta naturaleza.

Partiendo de su significado y de este concepto concibo yo la vida que nos rodea. El mundo en el que nos ha tocado vivir, en el que estamos inmersos y nos hemos terminado convirtiendo en protagonistas, algunos a su pesar, tiene mucho que ver con esta palabra. Este mundo está compuesto de una variedad infinita de tipos diferentes de personas. Todas juntas formamos un todo sustancial, pero cada parte de ese todo, cada persona que existe, tiene su propia cualidad que la distingue del resto de las demás... su propia e intransferible individualidad. No es fácil formarse y hacerse como individuo, hay que hacer frente a muchos factores que nos entorpecen y a veces no nos permiten avanzar... en definitiva, es complicado forjarse la personalidad.

Cada individuo posee un tipo de sentimiento frente a la vida que le ha tocado vivir. La elección de ese sentimiento tiene mucho que ver con el tipo de creencias de tal persona en cuestión. De ahí que existan tantas creencias y sentimientos ante la vida como personas hay. Uno de mis filósofos preferidos, Ortega y Gasset, decía que cuando se quiere entender a un hombre, su vida, hay que procurar entender primero sus creencias y sus esquemas mentales.

A mí personalmente me interesa sobre todo ahondar en la filosofía de  vida de cada uno. Aquella que determina y nos hace ser distintos de los demás. Cuando hablo de filosofía me refiero a filosofía entendida como actitud. Esa forma de actuar de cada uno, nuestro comportamiento que empleamos para hacer las cosas, lo que nos termina definiendo ante las situaciones... y ante la vida.

Se trata de un antiguo ideal socrático.  Cada uno tenemos nuestra propia filosofía de vida a partir de elementos que seleccionamos  y escogemos de la realidad que dan lugar a una única e individual forma de pensar.Para algunos su filosofia de vida es una filosofía de la muerte, porque entienden que sólo la muerte le puede dar un sentido a sus vidas.

Me viene a la memoria el primer ensayo filosófico que leí: "Del sentimiento trágico de la vida" de Unamuno. Este sentimiento trágico siempre me pareció poético. El hombre visto y estudiado tal y como es, que nace, sufre , muere... pero también siente, ama, piensa.

Por todo ello es bonito conocer a los que nos rodean, saber lo que piensan, intentar llegar a su interior...

Ayer hablando con un buen amigo mío me contaba historias de personas cada una con una filosofía diferente ante la vida, con una específica actitud, con una particularidad curiosa que los definía. Son ejemplos de gente como tú y como yo, pero cada uno dándole su propio sentido, su propio giro personal a lo que la vida les ha deparado.

De ahí que me complace deciros que mi filosofía de vida es aprehender una parte de vuestra esencia para poder formar un todo heterogéneo de lo que me interesa de cada uno de vosotros...

martes, 15 de mayo de 2012

Pequeños placeres...

No hay nada que me resulte más complicado que disfrutar de lo que tengo. Es algo que siempre me ha pasado. Me suele ocurrir que ansío cosas que en el instante en el que llegan... zas... se me presentan menos atractivas que en el momento que las había imaginado. Es como soñar durante un largo período de tiempo con algo, para finalmente, una vez conseguido, tener la sensación de no poder disfrutarlo plenamente. Se trata de una situación extraña, desconcertante... Supongo que a todos en algún momento nos habrá pasado.

Pero todo esto poco a poco en mi vida ha ido cambiando. Hoy en día soy capaz de disfrutar de lo que hago, soy capaz de vivir el momento presente. Realmente no me preguntéis cómo lo he logrado... tan sólo sé que disfruto verdaderamente con cada cosa, persona e instante que me rodea y de la que me veo envuelta en un determinado segundo. Cuando pienso en ello mi raciocinio me da la explicación tan simple como que he cambiado mucho. A veces creo que a una velocidad demasiado rápida para poder hasta controlar tanto cambio. Pero supongo que mi mente me engañará, y todo puede ser una sensación errónea mía, y puede tratarse del resultado de dejarme arrastrar por una de mis miles de manías... la exageración excesiva.

Un día os hablaré sobre todas las manías que tengo. Es un tema profundamente personal que me va a costar afrontarlo. No prometo contaros toda la verdad pero al menos os haré reír un poquito.

Todo este rollo anterior es para deciros que ahora mismo disfruto con pequeñas cosas. Estoy sentada aquí al fresquito de mi dulce hogar mientras escribo estas líneas y para mí es un placer lo que estoy haciendo. Aquí reina el silencio. Es una sensación a la que cuesta acostumbrarse pero, una vez interiorizada esta percepción de calma, se encuentra uno de maravilla.

Me gusta sentarme aquí junto a la ventana de mi escritorio y dedicarme a escribir y a leer. Últimamente lo hago mucho. Mis apuntes de oposiciones los tengo junto a mí a la derecha. Es curioso lo poco que me llaman la atención, a pesar de lo mucho que me atrae dedicarme a ello. Me gusta echarle la culpa de esto al calor que me termina desconcertando y me quita la poca fuerza de voluntad que tengo, pero no nos engañemos, siempre busco alguna excusa para apartarlos de mi lado.

Otra cosa con la que disfruto mucho en estos días es de la música. Consecuencia de vivir donde vivo es que te puedes permitir el lujo de poner una canción al máximo volumen sin importarte nada. Las bailo todas, hasta las lentas... Las canto todas también y creo que mi vecino ya me está mirando de una manera extraña cada vez que nos cruzamos en el pasillo.

Otro momento perfecto es cuando salgo a mi terracita a leer. Sobre las ocho o nueve de la noche saco mi tumbona y me predispongo a relajarme para iniciar un rato de lectura. Es otro placer inexplicable. Los amantes de un buen libro me entenderán perfectamente. Al rato de sumergirme en mi historia, ya solo estamos ella y yo. Poco importa que alguien pase caminando o hablando a voces... yo sigo inmersa en lo mío.

Ahora me ha dado por la poesía. Realmente no creo haberla disfrutado tanto en mi vida ni haberla valorado como hasta ahora. La verdad es que me agobia tanto conocimiento. Me encantaría poder entender de todo lo que me interesa. Veo libros a mi alrededor y quisiera tener tiempo para dedicarme a todos ellos. Pasar un día de la poesía al teatro, a la historia de la literatura, al estudio de las ciencias... sin olvidarme de lo mío, la filosofía, que muchas veces como no la recuerde se cae en el olvido.

No voy a dejar de nombrar mi mayor gozo... que es andar descalza, ya da igual que sea verano o invierno. Sentir en verano el suelo a mis pies fresquito creo que es de las cosas que más valoro. Me da seguridad dentro de la torpeza que me caracteriza. En invierno es un poco problemática esta manía mía ya que es innegable que tengo a todas horas los pies, las manos y la nariz fría. Todo eso acompañado de un suelo helado pues puede ser un suplicio para mi acompañante. Pero en verano es una de las mejores sensaciones. De las muchas veces que he hecho el Camino de Santiago he procurado que mis pies sintieran y me agradecieran cada riachuelo, playa, césped que he atravesado. Es un verdadero placer.

Así que ya sabéis, si algún día os apetece compartir conmigo uno de mis momentos citados... sólo tenéis que avisarme. Eso sí, aquí en mi dulce hogar se entra sin zapatos... :)

domingo, 29 de abril de 2012

Sobre gustos no hay nada escrito...

Me gusta el tenis, las motos y el fútbol.
Me desagrada el baloncesto.
Me chifla saborear el azúcar.
No me gusta la comida salada.
Me gusta el pescado.
No me agrada la carne.
Me encanta que me mimen y cuiden.
Detesto la frialdad en las personas.
Me enorgullece que me guste viajar.
No soporto el metro en hora punta.
Añoro un cruce de miradas.
Odio las personas que mienten.
Me fascina paladear la fresa , el queso y el paté.
Me da asco la carne cruda.
Me muero porque me quieran.
Aborrezco que me traten como a una imbécil.
Me gustan mis ojos.
No me gustan mis orejas.
Me complacen los dias lluviosos.
Me entristecen los dias de mucho calor.
Me emocionan las películas y los libros buenos.
Me repatean las telenovelas.
Amo una buena conversación.
Odio hablar por hablar.
Me interesa la gente divertida.
Huyo de la gente dañina.
Me deleita pasear y pasear y pasear.
Sufro por estar mucho tiempo sentada.
Disfruto con mi risa.
Me disgusta mi mala leche.
Me cautivan los amaneceres y atardeceres.
No aprecio el resto del día.
Adoro el roce de una piel amada.
Me da miedo dormir sola.
Me apetece echar de menos.
Me da pena  no sentir nada.

Sueño...

Se trataba de una sensación extraña, desconocida para ella. A cada paso que daba la presión y ese malestar iban creciendo dentro. Ya no había escapatoria. En otras ocasiones el dolor se había apoderado de su interior pero no de esa manera. Ahora era definitivo. No existían palabras para exteriorizar lo que estaba experimentando. Su mente se empezaba a nublar, no distinguía ya las formas a su alrededor. Tampoco podía pensar con claridad. Vagos recuerdos comenzaron a aflorar en su mente, personas amadas, días felices, y todo se iba diluyendo...

Temía no haber disfrutado de la vida en todo su esplendor. Tenía miedo del poco futuro que veía ante ella. Añoraba cosas y personas que antes jamás les había concedido valor. Dios... era el final.

La angustia iba en aumento. Ya le costaba respirar. Intentó que su respiración se tornase más profunda y lenta, pero era imposible. Sentía como una losa caer sobre su pecho. Sintió algo tibio en la cara. Al acercar sus manos  se dio cuenta que estaba llorando. Intentó gritar para que alguien la ayudara, pero las palabras no le salían de la garganta. Tragó saliva e intentó relajarse.

Su cuerpo ya no le respondía. Sus piernas ya no las sentía. Su cabeza empezó a girar y girar sin sentido. Dios mío, si tan sólo pudiera despedirse de él. Ver su cara por última vez, tocar sus manos... la culpabilidad la invadió.

Entonces se desplomó. Pensó en el golpe que se aproximaba al chocar contra el suelo. Pero no hubo tal sensación. Al contrario, chocó contra algo blando. Se quedó quieta. Por lo menos la situación había mejorado en algo. Poco a poco empezó a relajarse. Escuchó una voz a lo lejos y se dejó llevar por ese sonido. Juraría que unas manos la acariciaban pero debía ser producto de su locura. Los párpados le pesaban. Sonrió hasta que se quedó dormida. ....

Despertó al día siguiente. Todo había sido un sueño... pero en su interior sabía que el sufrimiento había sido tan intenso que esa maldita sensación la acompañaría en muchos días.