sábado, 2 de junio de 2012

El cuento del punto negro...

Vamos por un instante a intentar imaginarnos una línea... una simple línea. 

No se trata de una línea recta... ni siquiera curva... si no que va cambiando y modificando su forma según los vaivenes de la vida. Esa línea consta de un principio y de un final. En cada uno de los dos lados se sitúan dos puntos negros. Se trata de dos puntos en apariencia semejantes. Son muy parecidos entre sí pero si uno se fija bien empieza a observar diferencias entre ellos. Uno es de un color negro más oscuro y la forma de avanzar por la línea es continua. El otro en cambio es de color negro grisáceo, y se desplaza por la línea de una manera peculiar... lo mismo va para delante que se mueve para atrás. Su recorrido es discontinuo. 

Cada uno de estos puntos tiene su propio espacio, su sitio y lugar en la línea. A medida que la vida va pasando ambos puntos se van desplazando por la línea, recorren varios metros, retroceden... hasta que llega un inesperado día que sin darse cuenta se tropiezan. 

Se produce un hecho insólito. Al encontrarse se quedan asombrados, se miran el uno al otro y se estudian. Los puntos negros son por naturaleza solitarios, distantes, llevan toda su vida solos, sólo se mueven por inercia y lo único que saben hacer es desplazarse por la línea sin sentido alguno. 

Al producirse el encuentro, se ven obligados de un día para otro a contar uno con el otro, no saben qué hacer con el otro punto negro. Así que no les queda más remedio que comenzar a moverse juntos por la línea. Ya no están solos, por tanto avanzan al mismo tiempo siguiendo la misma dirección. 

Se producen días felices aunque extraños. No es fácil acostumbrarse a una rutina diaria de soledad y de vacío y verse obligado en un momento determinado a la experiencia de compartir. Los puntos descubren que se pueden relacionar entre ellos. Día a día van dependiendo el uno del otro sin darse cuenta... hasta que llega un momento en que están tan unidos entre ellos que parecen en apariencia un solo punto negro enorme situado en un espacio específico de la línea.

Pronto comienzan las desavenencias entre ellos. Un punto comienza a considerarse más importante que el otro, hasta llega a creerse que tiene el mando y la capacidad de decidir sobre el otro. 

Viven situaciones complicadas. En ocasiones uno de los puntos se ve arrastrado por el otro y entre ellos nada resulta  lo mismo. En otras se van adelantando en el camino uno al otro o retroceden siguiendo en un instante direcciones opuestas. Cuando eso se produce, los dos puntos tiran y tensan tanto la línea que uno de los puntos es trasladado de golpe por el otro hacia el lado del vencedor. 

Llega un día que es tanta la tensión acumulada en la línea por ambos puntos que la línea termina cediendo y rompiéndose por uno de los lados. El punto que cae experimenta los peores sentimientos conocidos... miedo, desesperación, temor ante lo desconocido, desasosiego... Todo lo malo se apodera de él. Se siente débil, vencido. Le sobrevienen la nostalgia, el apego por lo que tenía...

Pero poco a poco esos sentimientos se transforman en otros. Se da cuenta que lo que está viviendo ahora y el espacio nuevo en el que se encuentra no tiene las limitaciones de la línea. Aprende a liberarse de todo su pasado. Se ha convertido en un punto independiente como antes, pero con unas nuevas circunstancias en las que tiene todo el espacio ante él para ir donde quiera... y avanza ya confiado y sin miedo.

1 comentario:

  1. Leo esta entrada y no puedo dejar de pensar en otro blog...

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