"Cuando la imaginación se compara con la realidad, a veces hace mucho daño..." Estas palabras fueron el resultado de la tajante conclusión a la que llegó un amigo mío hace poco tras escuchar mi testimonio. Me quedé pensativa tras escucharlas. Pensé que tenía muchísima razón, pero fue tan enorme mi coraje ante tal afirmación, que en vez de meditar y aceptar lo que me transmitía, decidí mejor optar por otra posibilidad motivada más por una pataleta infantil mía que por otra cosa... le dejé de hablar por treinta días.
¿Por qué fueron precisamente treinta días? Muy sencillo, porque hace poco leí que se necesitaban tan solo treinta días para cambiar y comenzar un nuevo hábito, treinta días para que tu mente reflexionara sobre algo en particular y pudiera asimilar nueva información, treinta días para que un simple pensamiento fuera fijado en tu nueva forma de pensar y pudiera hacer un efecto positivo. Así que para ver si podía ser cierto... dejé pasar esos treinta días.
La imaginación puede ser una buena aliada o tu peor compañera de camino. Supongo que según cómo cada persona sea, surtirá un efecto u otro. En mi caso puedo decir que me ha aportado buenas soluciones en algunos casos y en otros, demasiados comederos de cabeza innecesarios.
Me gusta soñar cuando estoy despierta. Imagino mi vida. Mi vida en múltiples escenarios. Todos ellos desde ángulos y perspectivas diferentes. Pero al fin y al cabo, mi vida. Esa vida mía que gira y gira tanto que en ocasiones creo que es lógico que la viva mareada. Pero en esos ratos en que uso la imaginación todo se modifica y mi vida adquiere un tinte diferente, calmado, relajado... haciendo que todo resulte mucho más sencillo y fácil de llevar.
Pero como vivir así sería demasiado trivial y como me gustan los retos, es normal que los momentos en los que tire de la imaginación sea cuando se convierte en mi peor enemiga. Así soy yo. En vez de optar por lo que me facilitaría y me allanaría el camino tortuoso, me acompaño por lo más complicado.
Me gusta su definición. Se trata de un proceso superior que permite al individuo manipular información generada intrínsecamente con el fin de crear una representación percibida por los sentidos de la mente. Es curioso cómo esa información no la captamos del exterior, es formada dentro de nosotros mismos en ausencia de estímulos. Representamos cosas que fueron visualizadas previamente sin encontrarse en el momento presentes en ese instante en el ambiente.
Todo esto significa que en un momento determinado tu mente puede captar algo del exterior, lo interioriza, y cuando pasa un tiempo lo representamos gracias al proceso de imaginación. Es tan cotidiano este proceso de imaginar que no somos conscientes de lo que representa. Es sorprendente. Es tan maravilloso el acto de imaginar que no sólo se reduce al sentido de la visión, sino también engloba otras áreas sensoriales.
Los psicólogos hacen hincapié en que la imaginación no puede anteponerse nunca a la realidad. Las personas que lo viven todo gracias a la imaginación y siempre están soñando, se pierden la realidad, se alejan de ella. Digamos que nuestro yo idealizado se asemeja más a la imaginación y nuestro yo real a nuestro presente, a nuestra realidad.
Como estoy medio tarada, me gusta la gente con mucha imaginación. Me gusta esa similitud que se le concede a la imaginación con la locura. Pienso en esos personajes de libros que me cautivaron todos ellos por su extrema falta de cordura, llevados por un exceso de imaginación abrumador. En ocasiones quisiera ser y convertirme en uno de ellos, volverme invisible para el resto del mundo y no tener que afrontar este mundo que en ocasiones se vuelve tan angosto y empinado. Me gustaría perderme en mi imaginación, vivir sin enterarme de nada.
Pero como no me he vuelto todavía loca perdida, prefiero afrontar las cosas, vivir la vida. Levantarme día a día con esa ilusión renovada de disfrutar de todo lo que me rodea, de lo que me quiera deparar la vida, lo que tenga reservado para mí. He elegido usar mi imaginación para sólo determinados momentos en los que me tiendo en mi sofá y me dejo llevar por alucinaciones y escenarios que puede que nunca me acaezcan, pero que disfruto ese ratito a solas con ellos. Eso sí, me permito estos breves momentos muy de vez en cuando, porque no quiero perder mi tiempo, quiero usar y repartir mi dulce locura en mi mundo real, en el que existo, en el que soy una persona común con sus más y sus menos, gastarlo con las personas que me rodean y tienen un huequito en mi existencia.
En definitiva, no quiero soñar una posible realidad... sólo quiero hacer realidad mis sueños.
P.D. Te lo dedico a ti... por tender ese puente entre mis dos mundos. ;)
yo vivo en una burbuja azul, dentro de esa burbuja azul esta mi mundo, mi nunca jamas, mi cordura corriendo tras mi locura para que vea y entienda esa realidad de fuera y que nos rodea, que piensan que estoy loco, que lo piensen yo tambien lo pienso, si, estoy loco, pero ya ves tu lo que estan haciendo los cuerdos con el mundo, y lei en un libro perdona que no recuerde el tipo, pero ese tipo decia que la mayor mentira del mundo es que los locos le dieron la vuelta al significado de loco y de cuerdo y nos la hicieron creer, ya te contare un dia esa historia si quieres, la realidad nos desnuda cada dia y la imaginacion pone luz y colores donde solo se ve oscuridad, yo paso de ver el mundo en blanco y negro, yo lo veo de colores y si estoy loco por ello, pues si estoy loco ¿y que?
ResponderEliminar