lunes, 29 de octubre de 2012

Personalidad...

Me gusta rodearme de diferentes tipos de personas. Entre mis amigos y conocidos hay tal variedad de personalidades que a veces me divierto imaginando cómo podría dividirlos en grupos que se asemejen unos con otros. 

No me gustan las personas que se etiquetan o se pueden catalogar de una manera específica. Creo que no somos de una única manera movidos por un mismo patrón siempre. Quiero creer que una misma persona puede deleitarte con múltiples comportamientos dispares a los que no estás acostumbrado. Es verdad que interiormente por nuestros valores y todo lo que hemos interiorizado, tenemos cierta tendencia a tirar para un lado o para otro... pero eso no quita para que todos, absolutamente todos, seamos movidos por los hilos de lo imprevisible y lo inesperado.

Aceptar esto es esencial porque todos tenemos el derecho y la capacidad de poder cambiar lo que somos. Pienso que interiormente y existencialmente ya a cierta edad tenemos definida nuestra personalidad o estamos ya en ello, pero no creo en un tipo de personalidad dictatorial y reprimida que anule otros impulsos o deseos. Con esto quiero decir que conozco a personas que son muy buena gente pero que todas ellas por el hecho de tener buenos sentimientos nadie les quita que interiormente tengan ganas de matar en un momento determinado a alguien por el simple hecho de ser un gilipollas. O personas muy rebeldes y chungas en las que he podido ver, aunque sea en momentos, sentimientos que me han terminado confundiendo.

Como todo en la vida, todo tiene su lado positivo y negativo. Cuando realmente conoces a una persona y te gusta cómo es, es encantador ese momento en el que para ti todo lo que va a hacer o decir te termina resultando previsible... es uno de esos instantes que ocurren en la vida que tu mente hace un click y eres consciente que estás tan unido a alguien que nada de lo que haga te sorprende. Pero por otro lado, también pienso que es mágico el estar sentado charlando con una persona y que te sorprenda con un comportamiento, con un golpe o que te dé un giro inesperado a todo lo que te esperabas del momento, y te deja con una cara de boba observándolo, para más tarde pensar que realmente ni todos somos verdaderamente  lo que aparentamos ni nos conocemos tan bien como creemos, y que conocer y entender bien y verdaderamente a una persona nos llevaría más de una vida y que por desgracia en la mayoría de los casos ni tenemos tiempo ni vamos a malgastar más de un minuto en esa persona.

Para no nombrar a nadie en particular, hablaré de mí misma. No me gusta definirme ni decir cómo soy. Dicen que una persona realmente es una mezcla de cómo nos vemos nosotros mismos y cómo nos ven los demás. Ahora, el problema viene cuando tú te ves de una manera completamente opuesta a como te ven los que te rodean. 

Siempre he creído ser un tipo de persona... hasta hace poco. Por mis circunstancias como nos ocurre a todos, cambiamos. Es algo lógico, hay algunas veces que lo hacemos para mejor y otras para peor. Yo pienso que he optado por una mezcla de las dos. Quiero creer que esa mezcla está bastante proporcionada para no terminar siendo ni una hermanita de la caridad ni una chunga. Todo esto me termina poniendo nerviosa ya que el justo término medio de Aristóteles pues no me chifla nada. Las medias tintas sólo las considero para ciertos aspectos de la vida pero no me gusta aplicar esto a todo lo que soy. 

Así que si debo decantarme por algo he decidido hacerlo según considere oportuno. Unas veces seré una personalidad angelical, para otras dejar paso al demonio que todos llevamos dentro. Así por lo menos será mi vida mucho más divertida. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario