Me gusta rodearme de diferentes tipos de personas. Entre mis amigos y conocidos hay tal variedad de personalidades que a veces me divierto imaginando cómo podría dividirlos en grupos que se asemejen unos con otros.
No me gustan las personas que se etiquetan o se pueden catalogar de una manera específica. Creo que no somos de una única manera movidos por un mismo patrón siempre. Quiero creer que una misma persona puede deleitarte con múltiples comportamientos dispares a los que no estás acostumbrado. Es verdad que interiormente por nuestros valores y todo lo que hemos interiorizado, tenemos cierta tendencia a tirar para un lado o para otro... pero eso no quita para que todos, absolutamente todos, seamos movidos por los hilos de lo imprevisible y lo inesperado.
Aceptar esto es esencial porque todos tenemos el derecho y la capacidad de poder cambiar lo que somos. Pienso que interiormente y existencialmente ya a cierta edad tenemos definida nuestra personalidad o estamos ya en ello, pero no creo en un tipo de personalidad dictatorial y reprimida que anule otros impulsos o deseos. Con esto quiero decir que conozco a personas que son muy buena gente pero que todas ellas por el hecho de tener buenos sentimientos nadie les quita que interiormente tengan ganas de matar en un momento determinado a alguien por el simple hecho de ser un gilipollas. O personas muy rebeldes y chungas en las que he podido ver, aunque sea en momentos, sentimientos que me han terminado confundiendo.
Como todo en la vida, todo tiene su lado positivo y negativo. Cuando realmente conoces a una persona y te gusta cómo es, es encantador ese momento en el que para ti todo lo que va a hacer o decir te termina resultando previsible... es uno de esos instantes que ocurren en la vida que tu mente hace un click y eres consciente que estás tan unido a alguien que nada de lo que haga te sorprende. Pero por otro lado, también pienso que es mágico el estar sentado charlando con una persona y que te sorprenda con un comportamiento, con un golpe o que te dé un giro inesperado a todo lo que te esperabas del momento, y te deja con una cara de boba observándolo, para más tarde pensar que realmente ni todos somos verdaderamente lo que aparentamos ni nos conocemos tan bien como creemos, y que conocer y entender bien y verdaderamente a una persona nos llevaría más de una vida y que por desgracia en la mayoría de los casos ni tenemos tiempo ni vamos a malgastar más de un minuto en esa persona.
Para no nombrar a nadie en particular, hablaré de mí misma. No me gusta definirme ni decir cómo soy. Dicen que una persona realmente es una mezcla de cómo nos vemos nosotros mismos y cómo nos ven los demás. Ahora, el problema viene cuando tú te ves de una manera completamente opuesta a como te ven los que te rodean.
Siempre he creído ser un tipo de persona... hasta hace poco. Por mis circunstancias como nos ocurre a todos, cambiamos. Es algo lógico, hay algunas veces que lo hacemos para mejor y otras para peor. Yo pienso que he optado por una mezcla de las dos. Quiero creer que esa mezcla está bastante proporcionada para no terminar siendo ni una hermanita de la caridad ni una chunga. Todo esto me termina poniendo nerviosa ya que el justo término medio de Aristóteles pues no me chifla nada. Las medias tintas sólo las considero para ciertos aspectos de la vida pero no me gusta aplicar esto a todo lo que soy.
Así que si debo decantarme por algo he decidido hacerlo según considere oportuno. Unas veces seré una personalidad angelical, para otras dejar paso al demonio que todos llevamos dentro. Así por lo menos será mi vida mucho más divertida.
lunes, 29 de octubre de 2012
domingo, 28 de octubre de 2012
Revelación...
Hoy he tenido una revelación. No se cómo ni el motivo de que se haya producido... sólo sé que de pronto he tenido la inmensa desgracia de experimentarla.
Al principio te sientes como desubicada... pero como este sentimiento en realidad me persigue continuamente en mi vida diaria, no noté nada diferente. Al rato, creí por décimas de segundo, que mi mente estaba más lúcida que de costumbre... ya esto empezó a preocuparme, porque un domingo de tarde mi mente no se suele encontrar en sus niveles más altos de intensidad ni de vida. Tras esto, comenzaron a aflorar en mi mente pensamientos extraños, desconcertantes pero muy claros y vivos. Quienes tienen la suerte de conocerme sabrán que esto ya es demasiado extraño e inquietante... pensamientos dispersos siempre suelen acompañarme, pero nítidos y lúcidos... bueno, en mi mente tarada, la verdad es que pocos.
Así que no tuvo más remedio mi desordenada mente que asociar todos los anteriores síntomas a algo realmente novedoso y desconocido para mí: una revelación. No voy a aburriros narrando cómo llegué a la conclusión que lo que me estaba ocurriendo no era ni más ni menos que fruto de una revelación... pero sí os diré que todo me ha llevado a pensar esto.
Mi mente fue embestida por un flujo de imágenes y pensamientos alternativos que me dejaron finalmente tocada. Llegaron sin mi consentimiento, entrando a raudales, aunque no quisiera darles cobijo y no podía hacer nada por evitarlos. Hasta que finalmente... tal como llegaron... se marcharon.
El resultado os lo podéis imaginar... yo soy muy pequeña y muy chica para soportar cosas como éstas, no hay derecho a estar tranquilita en mi sofá y ser abordada de esta manera tan hostil. Cualquier persona tras esta vital experiencia, se sentiría más fortalecida, más sabia, mucho más madura... Ni que decir tiene que en mí ha producido el efecto contrario. Me ha dejado trastocada y tarada completamente.
Pero tranquilos para los que tengan que aguantarme continuamente... creo que a estas horas ya lo tengo asimilado y superado. He sacado la parte positiva de aprendizaje y he descartado todo lo que por segundos me ha dejado tocada.
Reflexionando sobre las posibles causas de todo esto, y con miras a que no vuelva jamás a ocurrirme nada parecido, creo haber llegado a la conclusión que, últimamente mi mente ha estado sometida a continuos pensamientos más dispersos de lo habitual. A eso le añadimos que mis últimas lecturas me han absorbido de una manera un poco enfermiza, devorándome de una manera obsesiva y que mis experiencias me han llevado a lugares remotos... pues no hay nada más que decir.
Sólo deciros amigos míos que espero que nunca os ocurra algo parecido y que os limitéis a pasar la vida viendo continuamente la tele sin forzar nada vuestra mente y apostando por pelis y lecturas banales y sin sentido. Yo, a partir de ahora, haré algo parecido.
Por cierto... lo que se me reveló permitirme que me lo reserve para mi tortuosa mente y para mis más sufridores allegados... ;)
Al principio te sientes como desubicada... pero como este sentimiento en realidad me persigue continuamente en mi vida diaria, no noté nada diferente. Al rato, creí por décimas de segundo, que mi mente estaba más lúcida que de costumbre... ya esto empezó a preocuparme, porque un domingo de tarde mi mente no se suele encontrar en sus niveles más altos de intensidad ni de vida. Tras esto, comenzaron a aflorar en mi mente pensamientos extraños, desconcertantes pero muy claros y vivos. Quienes tienen la suerte de conocerme sabrán que esto ya es demasiado extraño e inquietante... pensamientos dispersos siempre suelen acompañarme, pero nítidos y lúcidos... bueno, en mi mente tarada, la verdad es que pocos.
Así que no tuvo más remedio mi desordenada mente que asociar todos los anteriores síntomas a algo realmente novedoso y desconocido para mí: una revelación. No voy a aburriros narrando cómo llegué a la conclusión que lo que me estaba ocurriendo no era ni más ni menos que fruto de una revelación... pero sí os diré que todo me ha llevado a pensar esto.
Mi mente fue embestida por un flujo de imágenes y pensamientos alternativos que me dejaron finalmente tocada. Llegaron sin mi consentimiento, entrando a raudales, aunque no quisiera darles cobijo y no podía hacer nada por evitarlos. Hasta que finalmente... tal como llegaron... se marcharon.
El resultado os lo podéis imaginar... yo soy muy pequeña y muy chica para soportar cosas como éstas, no hay derecho a estar tranquilita en mi sofá y ser abordada de esta manera tan hostil. Cualquier persona tras esta vital experiencia, se sentiría más fortalecida, más sabia, mucho más madura... Ni que decir tiene que en mí ha producido el efecto contrario. Me ha dejado trastocada y tarada completamente.
Pero tranquilos para los que tengan que aguantarme continuamente... creo que a estas horas ya lo tengo asimilado y superado. He sacado la parte positiva de aprendizaje y he descartado todo lo que por segundos me ha dejado tocada.
Reflexionando sobre las posibles causas de todo esto, y con miras a que no vuelva jamás a ocurrirme nada parecido, creo haber llegado a la conclusión que, últimamente mi mente ha estado sometida a continuos pensamientos más dispersos de lo habitual. A eso le añadimos que mis últimas lecturas me han absorbido de una manera un poco enfermiza, devorándome de una manera obsesiva y que mis experiencias me han llevado a lugares remotos... pues no hay nada más que decir.
Sólo deciros amigos míos que espero que nunca os ocurra algo parecido y que os limitéis a pasar la vida viendo continuamente la tele sin forzar nada vuestra mente y apostando por pelis y lecturas banales y sin sentido. Yo, a partir de ahora, haré algo parecido.
Por cierto... lo que se me reveló permitirme que me lo reserve para mi tortuosa mente y para mis más sufridores allegados... ;)
martes, 16 de octubre de 2012
Viajes...
Nunca falla. Es tomar una novela de viaje en mis manos y despertarse en mi interior sentimientos mezclados con añoranzas por salir de lo cotidiano y emprender la marcha. Me entran unas ansias enfermizas de viajar. Si todo eso va acompañado del mes tan maravilloso en el que estamos, con ese aire que se respira, esas tardes tan propicias para perder nuestro tiempo al aire libre... ya la cosa se complica aún más.
Viajar enriquece el alma. No hay nada más placentero para mí que saber que me voy de viaje. Me pongo nerviosita, me exalto... todos mis sentidos se alteran. Es uno de los mayores placeres que existen.
Siempre me ha gustado viajar. En ocasiones incluso no me ha importado dónde dirigirme, únicamente mi motivación era coger mi macuto, ponerlo en mi espalda y cambiar de aires. Ver horizontes nuevos es maravilloso, se amplía la mente y se fortalece. Ver diferentes lugares, conocer gente nueva... nos hace hasta mejores personas.
En mi vida no he podido viajar todo lo que me gustaría, es una espinita que tengo ahí clavada. Por eso admiro a las personas que sí lo han hecho. No soy nada envidiosa, pero tengo que reconocer que cuando conozco a alguien y me cuenta sus viajes, no puedo evitar sentirme pequeñita y envidiosa por todo lo que me he perdido.
Viajar es una de esas experiencias que creo que no se debe compartir con cualquiera. Ya lo escribió Vila-Matas en su libro "París no se acaba nunca"... "Si sales de viaje con una persona a la que no amas; o la terminas odiando o definitivamente acabas por adorarla". Es una experiencia tan importante que preferiría mil veces irme sola que compartir esos momentos con cualquiera que no sea adorada por mi persona. Hay experiencias en la vida que son tan decisivas y te cambian tanto que hay que saber elegir a quién tienes a tu lado. Una de ellas es viajar. Yo he tenido la gran suerte en mis viajes de haberme rodeado de personas tan importantes en mi vida que compartir con ellas esa experiencia me ha engrandecido tanto y me ha unido a ellas, que he salido enriquecida por partida doble.
Podría contar miles de experiencias que me han acaecido en mis viajes pero me las guardaré para otro momento. Lo que sí me gustaría compartir con vosotros es algunos momentos mágicos que me han aportado mis viajes y que me han marcado para siempre. He visto tantos amaneceres y atardeceres en ciudades diferentes... he conocido a tan buenos amigos... he vivido en mis propias carnes el síndrome de Stendhal ante monumentos majestuosos que han hecho que se me encoja el alma... he conocido tantos recovecos y callecitas impresionantes que me han hecho soñar con poder vivir allí algún día cuando sea viejita y me retire del mundanal ruido de la vida cotidiana... Siempre me ha gustado leerme algún libro de vivencias y narraciones referente al sitio en el que voy a ir para después no perderme detalles de lugares y curiosidades que se me podrían pasar de otra manera por alto. Recuerdo cuando me leí "El paseante de las dos orillas" de Apollinaire antes de irme a París... fue sencillamente maravilloso.
Hoy en día por causa de mi actual trabajo no dispongo de tiempo para irme de viaje y esto me hace sentir un poco deprimida, pero como no es de agradecidos en los tiempos que corren quejarse por lo que se tiene, sólo expresar que sueño con retomar mi antiguo trabajo y mi añorado horario para emprender un fabuloso viaje.
Pero esto no quita que siempre haya un huequito para emprender la marcha hacia algún lugar encantado. Estoy a la espera de irme a un sitio que sé que me voy a enamorar de él. No me importa en este momento de mi vida partir sola porque allí me esperan amigos y porque sé que lo necesito. Es de estos viajes que van a hacer cambiar algo en mí. Nada volverá a ser lo mismo. Volverá otra persona más fortalecida, diferente... porque todo viaje tiene de grandioso que te transforma.
Espero que a los que no sea mucho de vuestro agrado viajar, tras leer esto, os haya, aunque sea un poquito, picado la curiosidad de ir algún sitio nuevo... con eso me sentiré complacida. Y a los que ya formáis parte de mi pequeña alma y compartáis conmigo esta vivencia, pues ni qué decir tiene que siempre estaré agradecida de que me podáis acompañar alguna vez y así poder sentarnos delante de un paisaje extraordinario y brindar porque la vida nos ha juntado para saborear lentamente uno de esos momentos inolvidables.
Viajar enriquece el alma. No hay nada más placentero para mí que saber que me voy de viaje. Me pongo nerviosita, me exalto... todos mis sentidos se alteran. Es uno de los mayores placeres que existen.
Siempre me ha gustado viajar. En ocasiones incluso no me ha importado dónde dirigirme, únicamente mi motivación era coger mi macuto, ponerlo en mi espalda y cambiar de aires. Ver horizontes nuevos es maravilloso, se amplía la mente y se fortalece. Ver diferentes lugares, conocer gente nueva... nos hace hasta mejores personas.
En mi vida no he podido viajar todo lo que me gustaría, es una espinita que tengo ahí clavada. Por eso admiro a las personas que sí lo han hecho. No soy nada envidiosa, pero tengo que reconocer que cuando conozco a alguien y me cuenta sus viajes, no puedo evitar sentirme pequeñita y envidiosa por todo lo que me he perdido.
Viajar es una de esas experiencias que creo que no se debe compartir con cualquiera. Ya lo escribió Vila-Matas en su libro "París no se acaba nunca"... "Si sales de viaje con una persona a la que no amas; o la terminas odiando o definitivamente acabas por adorarla". Es una experiencia tan importante que preferiría mil veces irme sola que compartir esos momentos con cualquiera que no sea adorada por mi persona. Hay experiencias en la vida que son tan decisivas y te cambian tanto que hay que saber elegir a quién tienes a tu lado. Una de ellas es viajar. Yo he tenido la gran suerte en mis viajes de haberme rodeado de personas tan importantes en mi vida que compartir con ellas esa experiencia me ha engrandecido tanto y me ha unido a ellas, que he salido enriquecida por partida doble.
Podría contar miles de experiencias que me han acaecido en mis viajes pero me las guardaré para otro momento. Lo que sí me gustaría compartir con vosotros es algunos momentos mágicos que me han aportado mis viajes y que me han marcado para siempre. He visto tantos amaneceres y atardeceres en ciudades diferentes... he conocido a tan buenos amigos... he vivido en mis propias carnes el síndrome de Stendhal ante monumentos majestuosos que han hecho que se me encoja el alma... he conocido tantos recovecos y callecitas impresionantes que me han hecho soñar con poder vivir allí algún día cuando sea viejita y me retire del mundanal ruido de la vida cotidiana... Siempre me ha gustado leerme algún libro de vivencias y narraciones referente al sitio en el que voy a ir para después no perderme detalles de lugares y curiosidades que se me podrían pasar de otra manera por alto. Recuerdo cuando me leí "El paseante de las dos orillas" de Apollinaire antes de irme a París... fue sencillamente maravilloso.
Hoy en día por causa de mi actual trabajo no dispongo de tiempo para irme de viaje y esto me hace sentir un poco deprimida, pero como no es de agradecidos en los tiempos que corren quejarse por lo que se tiene, sólo expresar que sueño con retomar mi antiguo trabajo y mi añorado horario para emprender un fabuloso viaje.
Pero esto no quita que siempre haya un huequito para emprender la marcha hacia algún lugar encantado. Estoy a la espera de irme a un sitio que sé que me voy a enamorar de él. No me importa en este momento de mi vida partir sola porque allí me esperan amigos y porque sé que lo necesito. Es de estos viajes que van a hacer cambiar algo en mí. Nada volverá a ser lo mismo. Volverá otra persona más fortalecida, diferente... porque todo viaje tiene de grandioso que te transforma.
Espero que a los que no sea mucho de vuestro agrado viajar, tras leer esto, os haya, aunque sea un poquito, picado la curiosidad de ir algún sitio nuevo... con eso me sentiré complacida. Y a los que ya formáis parte de mi pequeña alma y compartáis conmigo esta vivencia, pues ni qué decir tiene que siempre estaré agradecida de que me podáis acompañar alguna vez y así poder sentarnos delante de un paisaje extraordinario y brindar porque la vida nos ha juntado para saborear lentamente uno de esos momentos inolvidables.
viernes, 12 de octubre de 2012
Para ti...
Hoy me gustaría escribir sobre una persona que merece la pena que conozcáis. Es obvio que no voy a dar su nombre, pero confío en que pueda leer esto algún día para así sentirse identificado.
Nos conocimos hace ya mucho tiempo. Dicen que la primera impresión es importante y es lo que se queda para siempre. He de decir que en este caso eso está muy lejos de la realidad.
Cuando vuelvo la vista atrás la primera imagen que me viene a la memoria es en un aula, sentado en la parte de atrás atiborrado de libros de todos los tamaños. Nunca había visto espectáculo semejante. Todos nos reuníamos en torno a otro compañero mío esperando noticias de un profesor que teníamos nuestras dudas que nos fuera a dar clases ese día. A él parecía no interesarle nada de todo esto. Yo lo observaba y seguía leyendo, con la vista clavada en un grueso volumen de un filósofo que no recuerdo, ajeno a todo el estallido de voces que se levantaban en el aula. Me impresionó la manera que tenía de abstraerse de todo el ruido y bullicio. Parecía tan concentrado e interesado en lo que leía que al resto del mundo y a sus compañeros no nos concedía la más mínima importancia. Todo su atención se centraba en ese libro que tenía entre manos. Tras acabar la página levantó la vista hacia nosotros con cara de pocos amigos como llamándonos la atención por molestarlo en ese vital momento, y cuando pensé que se iba a dirigir a nosotros, retomó su lectura de nuevo.
Poco a poco nos hicimos amigos. Al principio pensé que no teníamos nada en común. Él vivía en un mundo y yo en otro. Teníamos opiniones diferentes en muchos temas triviales. En ocasiones lo calificaba de borde y parecía que no existía entre nosotros ninguna conexión para que se pudiera afianzar nuestra amistad.
Pero la vida se encargaría de quitarme la razón. Yo me sentía a su lado torpe, poco inteligente... frente a su personalidad arrebatadora, culta, decidida. Pensé que tenía poco que aportarle,pero él me hizo ver con el paso del tiempo, buscando mi compañía, que mi personalidad le hacía bien, que disfrutaba de mis cosas. Era contarle cualquier payasada mía... jamás me he cruzado con nadie que disfrutara tanto con mis cosas, parece que las vivía tal y como yo se las relataba. Cualquier mínima historia sin importancia él mostraba todo su tiempo para analizarla.
Un par de asuntos personales hizo que estrecháramos lazos y de ahí todo fue a más. A partir de entonces fuimos inseparables. Exámenes, trabajos, salidas, charlas... fueron unos años realmente enriquecedores. Cuando una persona entra en tu vida y te aporta tanto, te brinda tan buenos momentos, te hace sentirte tan comprendida y querida... se crea una conexión tan fuerte que es difícil que alguna vez se logre romper.
Yo he conocido a muchos tipos de personas en mi vida pero él en especial se merece que le dedique esta entrada. Hemos vivido tantas cosas juntos, hemos mantenido tantas charlas sobre lo que nos preocupa, hemos compartido tantos sueños a pesar que la mitad no los hemos visto realizados...
Es obvio que no todo ha sido bonito en nuestra amistad. Hemos soportado malentendidos, hemos peleado hasta la extenuación, hemos estado meses sin hablarnos, pero siempre he estado tranquila porque sabía que antes o después, gracias al respeto que nos teníamos,unas veces yo y otras él, íbamos a dar el paso correcto para acercarnos. Es de estas personas sinceras que tras una de nuestras peleas lo único que le preocupaba era saber lo que se había perdido de mi día a día, quería que le pusiera al tanto de todo lo que había pasado por mi "loca cabezota".
Hoy en día seguimos siendo amigos. Cada uno tiene su vida y ya no pasamos tanto tiempo juntos como en el pasado, pero esa conexión sigue viva y cuando tengo malos y jodidos momentos él está siempre ahí para darme sus largos y cansinos sermones que me hacen sonreír horas más tarde por sus ocurrencias y porque me hacen la vida mucho más llevadera. Solo decirte gracias. :)
Nos conocimos hace ya mucho tiempo. Dicen que la primera impresión es importante y es lo que se queda para siempre. He de decir que en este caso eso está muy lejos de la realidad.
Cuando vuelvo la vista atrás la primera imagen que me viene a la memoria es en un aula, sentado en la parte de atrás atiborrado de libros de todos los tamaños. Nunca había visto espectáculo semejante. Todos nos reuníamos en torno a otro compañero mío esperando noticias de un profesor que teníamos nuestras dudas que nos fuera a dar clases ese día. A él parecía no interesarle nada de todo esto. Yo lo observaba y seguía leyendo, con la vista clavada en un grueso volumen de un filósofo que no recuerdo, ajeno a todo el estallido de voces que se levantaban en el aula. Me impresionó la manera que tenía de abstraerse de todo el ruido y bullicio. Parecía tan concentrado e interesado en lo que leía que al resto del mundo y a sus compañeros no nos concedía la más mínima importancia. Todo su atención se centraba en ese libro que tenía entre manos. Tras acabar la página levantó la vista hacia nosotros con cara de pocos amigos como llamándonos la atención por molestarlo en ese vital momento, y cuando pensé que se iba a dirigir a nosotros, retomó su lectura de nuevo.
Poco a poco nos hicimos amigos. Al principio pensé que no teníamos nada en común. Él vivía en un mundo y yo en otro. Teníamos opiniones diferentes en muchos temas triviales. En ocasiones lo calificaba de borde y parecía que no existía entre nosotros ninguna conexión para que se pudiera afianzar nuestra amistad.
Pero la vida se encargaría de quitarme la razón. Yo me sentía a su lado torpe, poco inteligente... frente a su personalidad arrebatadora, culta, decidida. Pensé que tenía poco que aportarle,pero él me hizo ver con el paso del tiempo, buscando mi compañía, que mi personalidad le hacía bien, que disfrutaba de mis cosas. Era contarle cualquier payasada mía... jamás me he cruzado con nadie que disfrutara tanto con mis cosas, parece que las vivía tal y como yo se las relataba. Cualquier mínima historia sin importancia él mostraba todo su tiempo para analizarla.
Un par de asuntos personales hizo que estrecháramos lazos y de ahí todo fue a más. A partir de entonces fuimos inseparables. Exámenes, trabajos, salidas, charlas... fueron unos años realmente enriquecedores. Cuando una persona entra en tu vida y te aporta tanto, te brinda tan buenos momentos, te hace sentirte tan comprendida y querida... se crea una conexión tan fuerte que es difícil que alguna vez se logre romper.
Yo he conocido a muchos tipos de personas en mi vida pero él en especial se merece que le dedique esta entrada. Hemos vivido tantas cosas juntos, hemos mantenido tantas charlas sobre lo que nos preocupa, hemos compartido tantos sueños a pesar que la mitad no los hemos visto realizados...
Es obvio que no todo ha sido bonito en nuestra amistad. Hemos soportado malentendidos, hemos peleado hasta la extenuación, hemos estado meses sin hablarnos, pero siempre he estado tranquila porque sabía que antes o después, gracias al respeto que nos teníamos,unas veces yo y otras él, íbamos a dar el paso correcto para acercarnos. Es de estas personas sinceras que tras una de nuestras peleas lo único que le preocupaba era saber lo que se había perdido de mi día a día, quería que le pusiera al tanto de todo lo que había pasado por mi "loca cabezota".
Hoy en día seguimos siendo amigos. Cada uno tiene su vida y ya no pasamos tanto tiempo juntos como en el pasado, pero esa conexión sigue viva y cuando tengo malos y jodidos momentos él está siempre ahí para darme sus largos y cansinos sermones que me hacen sonreír horas más tarde por sus ocurrencias y porque me hacen la vida mucho más llevadera. Solo decirte gracias. :)
miércoles, 10 de octubre de 2012
Fobias...
Existen tantos tipos de miedos psicológicos que sería imposible poder aquí explayarme en cada uno de ellos. Además que no todos me interesan igual. Es curioso cómo los que más me llaman la atención son los que una misma se piensa que puede estar más cerca de poder sufrir. No voy aquí a hablar de mis propios miedos está claro. Ese dato lo reservo para mis más allegados con los que puedo contar diariamente para tratar de disolverlos.
Me interesan mucho los miedos psicológicos. Siempre me ha fascinado el poder que tiene realmente nuestra mente en nosotros. Y curioseando sobre ello, me encontré el otro día con una palabra que no había escuchado en mi vida. Se trata de la atazagorafobia. Fue leerla en voz alta y sentí curiosidad por esta palabra desconocida hasta entonces para mí. Su definición es bien clarita y todos alguna vez la hemos experimentado: miedo a ser olvidado. Ahí me interesó muchísimo más...¿cómo es posible que algo tan común y tan experimentado por nosotros, el miedo a que nos olviden, tenía un nombre que yo jamás había escuchado?
Se define realmente como un persistente, anormal e injustificado miedo a ser olvidado, a ser ignorado o al mero hecho de olvidar. Está claro que lo que más me llamó la atención y me interesó a mí personalmente fue el miedo a ser olvidado e ignorado. Pensemos en ello... ¿qué puede ser más espantoso? ¿el miedo a olvidar... o a ser olvidado?
Esa pregunta tan interesante y tan inoportuna apareció en mi mente ayer cerca de la una de la mañana. Pensé que podría haber llegado unas horitas antes a mi cabeza para no fastidiarme mis horas de sueño y relax, pero no hubo suerte. La consecuencia de ello como podéis imaginar es una parte de la noche que estuve desvelada y despotricando contra toda la psicología.
Así de entrada me resultaron espantosos ambos miedos. No quería imaginarme el horror que puede suponer la palabra olvidar. Aunque es cierto que a veces puede resultar atractiva la idea de olvidarlo todo o alguna parte de nuestra vida... si lo pensamos bien, es una putada. Todo forma parte de nuestra vida, tanto lo bueno como lo malo. Lo malo nos hace ser más fuertes y lo bueno nos enriquece, así que no creo necesario tener que olvidar nada de mi existencia. Esta fobia también se refiere al mero hecho de temer olvidarte cosas, pero de todas los conceptos que engloba no me voy a referir a ello por ser el que menos me preocupa por pensar ya que soy la primera olvidadiza.
Y qué decir del otro miedo... miedo a ser olvidado. Es algo terrorífico, no quiero que nadie se olvide de mí. Yo existo como persona que soy, tengo mis cosas buenas y malas, pero no me merezco el que nadie me olvide, el que nadie me borre de su incierta existencia. Pero ¿por qué nos da tanto miedo que nos olviden o ignoren? No depende de nosotros, es algo que si lo decide hacer otra persona no está en nuestras manos poder hacer nada por ello. A pesar de que alguien elija esa determinación nosotros seguimos existiendo igual, seguimos siendo nosotros mismos, no se nos arranca o quita nada de nuestro ser. Pero ¿por qué entonces parece como si sintiéramos que nos han quitado una parte de nuestra alma? ¿por qué sentimos que nos falta algo tan importante?
miércoles, 3 de octubre de 2012
Soledad...
Hoy me apetece centrarme en una palabra por la que todos de alguna forma nos sentimos identificados. Me refiero a la "soledad". Su definición es la de carencia de compañía, o pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguna persona o cosa.
Entendido así nos puede parecer muy lejano, nos decimos "con estar siempre rodeados de gente..." o "no todos los días experimentamos la pérdida de alguien o algo...".
Pero el término que a mí más me gusta de la soledad es su definición filosófica. Es nuestra condición ordinaria, hasta el punto de que absolutamente nada puede abolir nuestra soledad esencial, que reside en el hecho de que estamos solos para ser lo que somos y para vivir lo que vivimos. Es el precio que hay que pagar para ser uno mismo.
No hay que confundir soledad con aislamiento o con vacío. El aislamiento es estar separado de los demás a veces por decisión propia y otras por circunstancias ajenas que se nos presentan, pero es un estado anormal y temporal, ya que el hombre está creado para vivir en sociedad. El vacío que en ocasiones también sentimos no es otra cosa que la pérdida del sentimiento de que la vida es significativa. Es como vemos, también temporal y no una condición inherente al ser humano.
La soledad es un concepto maravilloso que a través de la historia ha sido tratado en literatura; cuántos autores nos han hecho disfrutar con personajes movidos por una tremenda soledad... cuántos poemas que hablan de la soledad han reflejado tan bien nuestro estado anímico en un momento determinado que nunca lo hemos podido expresar tan bien con las palabras... Y qué decir del cine y de la música y del teatro; cuántas canciones existirán que nos transmiten ese dolor que sentimos al experimentar la verdadera y espantosa soledad... cuántas películas nos han encogido el alma al recordarnos vivencias por las que todos hemos pasado de auténtica soledad...
Nuestra condición ordinaria es la de estar solos. Nadie puede vivir tu vida ni nadie va en un futuro más o menos inmediato poder vivir tu propia muerte. Nadie puede vivir tus experiencias y lo que te hace desarrollarte como persona. No podemos delegar nuestra propia existencia en manos de nadie. Depende sólo y exclusivamente de nosotros. De ahí que sea un concepto tan importante y a la vez desgarrador.
Estamos solos en este mundo en el que nos ha tocado vivir. Podemos hacerlo después más llevadero teniendo buena compañía alrededor y disfrutando con la gente a las que queremos. Todo eso es extraordinario... pero no hay que olvidar que siempre para lo importante, para lo que depende exclusivamente de nosotros, vamos a estar terriblemente solos.
Por eso creo que es muy bueno conocernos bien y tener momentos de aislamiento voluntario. Y cuidarse a uno mismo porque en realidad y mirándolo desde un punto de vista objetivo... sólo nos tenemos a nosotros mismos.
Si ahora mismo todo estallara a nuestro alrededor y todo lo que nos rodea desapareciera y tuviéramos la buena o mala suerte de permanecer todavía aquí conscientes de todo, tendríamos que hacer frente de una vez por todas a que con lo único que contamos es con nuestro solitario e inestimable yo.
Entendido así nos puede parecer muy lejano, nos decimos "con estar siempre rodeados de gente..." o "no todos los días experimentamos la pérdida de alguien o algo...".
Pero el término que a mí más me gusta de la soledad es su definición filosófica. Es nuestra condición ordinaria, hasta el punto de que absolutamente nada puede abolir nuestra soledad esencial, que reside en el hecho de que estamos solos para ser lo que somos y para vivir lo que vivimos. Es el precio que hay que pagar para ser uno mismo.
No hay que confundir soledad con aislamiento o con vacío. El aislamiento es estar separado de los demás a veces por decisión propia y otras por circunstancias ajenas que se nos presentan, pero es un estado anormal y temporal, ya que el hombre está creado para vivir en sociedad. El vacío que en ocasiones también sentimos no es otra cosa que la pérdida del sentimiento de que la vida es significativa. Es como vemos, también temporal y no una condición inherente al ser humano.
La soledad es un concepto maravilloso que a través de la historia ha sido tratado en literatura; cuántos autores nos han hecho disfrutar con personajes movidos por una tremenda soledad... cuántos poemas que hablan de la soledad han reflejado tan bien nuestro estado anímico en un momento determinado que nunca lo hemos podido expresar tan bien con las palabras... Y qué decir del cine y de la música y del teatro; cuántas canciones existirán que nos transmiten ese dolor que sentimos al experimentar la verdadera y espantosa soledad... cuántas películas nos han encogido el alma al recordarnos vivencias por las que todos hemos pasado de auténtica soledad...
Nuestra condición ordinaria es la de estar solos. Nadie puede vivir tu vida ni nadie va en un futuro más o menos inmediato poder vivir tu propia muerte. Nadie puede vivir tus experiencias y lo que te hace desarrollarte como persona. No podemos delegar nuestra propia existencia en manos de nadie. Depende sólo y exclusivamente de nosotros. De ahí que sea un concepto tan importante y a la vez desgarrador.
Estamos solos en este mundo en el que nos ha tocado vivir. Podemos hacerlo después más llevadero teniendo buena compañía alrededor y disfrutando con la gente a las que queremos. Todo eso es extraordinario... pero no hay que olvidar que siempre para lo importante, para lo que depende exclusivamente de nosotros, vamos a estar terriblemente solos.
Por eso creo que es muy bueno conocernos bien y tener momentos de aislamiento voluntario. Y cuidarse a uno mismo porque en realidad y mirándolo desde un punto de vista objetivo... sólo nos tenemos a nosotros mismos.
Si ahora mismo todo estallara a nuestro alrededor y todo lo que nos rodea desapareciera y tuviéramos la buena o mala suerte de permanecer todavía aquí conscientes de todo, tendríamos que hacer frente de una vez por todas a que con lo único que contamos es con nuestro solitario e inestimable yo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)