Iván es un chico maravilloso de facciones delicadas, acento del norte, expresivo, culto, con ganas de exponerme sus ideas.
Concibe la vida como desengaño, insatisfacción... se enfrenta a las situaciones como un hombre solo, con una carga emocional constante. Su punto de mira está centrado en el pasado...vive sumergido en su memoria, siendo el ayer lo que más le motiva. Un pasado lejano en su día triste e igual de cruel que su presente, pero que visto con la perspectiva que otorga el tiempo, se le antoja un pretérito feliz y añorado. Ese pasado se convierte en lugar de recogimiento donde proyectarse cada vez que el instante presente se le muestra vacío y sin ilusión. Sólo el recuerdo de su infancia parece que le hace sonreír, cuando los problemas eran cuentos chinos que sólo le afectaban a todos menos a uno, cuando la ausencia de ellos era el síntoma de la completa felicidad. Una época sin responsabilidades, sin la conciencia tan aterradora que cae sobre uno mismo del fluir del tiempo...
En esa fase dichosa remota todo estaba por venir, sus sueños eran sus referentes, se agarraba a cosas milagrosas que tenían que llegarle algún día... porque así lo decían sus padres, sus amigos. "Todos seremos alguien". Todo lo bonito estaba en algún lugar de cierta esquina listo para ser del primero que luchara por ello. Tenía ilusión, esperanza... Le quedaba toda la vida por delante para pensar en ello. Ese momento no era para preocuparse por nada, era solamente para disfrutar.
Iván asemeja la juventud con la alegría y la vejez con la desesperación más absoluta. La existencia sólo es ese enemigo que de su mano nos va acercando cada día más a la temida madurez y a todo lo que desencadena ser una persona adulta. Ya de la madurez a la vejez hay un solo paso. De ahí que el futuro para él sea gris, anodino, sombrío. Sólo le trae a la mente aflicción... desconsuelo por ya no ser un niño, por estar cada vez más cerca de la muerte...
Se empeña en disfrutar del momento presente porque huye mentalmente del concepto de mañana. Se niega a pensar en que habrá un porvenir... ¿para qué? ¿para quién?. Absorbe cada minuto de su tiempo en ese presente que le guste más o menos, es lo único seguro que tiene.
Horas después en mi casa pienso en Iván, en nuestro encuentro, en su conversación. Pienso en todas las cosas que no le he dicho y que le pienso decir en ese "futuro" que él tanto aborrece. Le diré que él y yo no somos en el fondo tan diferentes. Que igual que él se pierde demasiado en la alegría del pasado y en el temor ante un futuro incierto, yo vivo sin absorber cada gota al presente. Le propondré que entre él y yo podemos crear algo bueno... que con su felicidad de años pasados y con mi alegría porque todo sea mejor... no habrá situación que se nos resista. Le contaré que mezclando su sensación de experimentar ser una persona mayor y mi creencia de que aún soy una niña... podemos obtener la persona equilibrada y perfecta. Le pediré que no sufra por lo que ya se fue o por lo que nos deparará la vida, porque el futuro llegará un día que será nuestro presente y él lidia bien con esos instantes actuales.
Quiero registrar aquí sus palabras de despedida..."Si mañana me ves por ahí y notas que no soy el mismo, por favor M. no te sientas mal ni te lo tomes como algo personal... será culpa del devenir del tiempo que a todos nos cambia y nos hace otros, y mi "yo" actual ya nunca será el mismo "yo" que has conocido".
Tras escucharlo, le sonreí mientras miraba los libros que había comprado. Uno era de Karmelo Iribarren, el último de Roger Wolfe y de Palahniuk.
Tras escucharlo, le sonreí mientras miraba los libros que había comprado. Uno era de Karmelo Iribarren, el último de Roger Wolfe y de Palahniuk.
No hay comentarios:
Publicar un comentario