sábado, 1 de septiembre de 2012

Silencio...

En la penumbra de un cuarto observa el techo. Lleva así ya varias horas. Su mente es una acumulación de recuerdos. En un segundo se despliegan ante ella tantos sentimientos, pensamientos y sensaciones contradictorios que en un momento cree que le va a estallar la cabeza. Ante ella, pasado, presente y futuro se mezclan y se presentan como un torbellino de ideas que empiezan a agobiarla cada vez más a cada segundo que pasa. 

Desea que todo sea un sueño y que al despertar todo vuelva a ser como antes. Pero obviamente no es así. Se encuentra tan vulnerable que se agarra hasta a las supersticiones. "Cuando cuente hasta diez... sonará el teléfono y escucharé su voz. Uno, dos, tres..."

No llega hasta el número ansiado y temido. Algo en ella no cree en esas cosas. Pero después de un rato y tras pensarlo mucho se arriesga. Bah, no pierde nada. Uno, dos, tres... nueve y diez.

El diez lo pronuncia mentalmente con una sensación de esperanza y de miedo a la vez, "mala combinación" piensa. Abre los ojos esperando ansiosamente, agudiza el oído, escucha... pero nada. Tan sólo puede oír el latido de su corazón que golpea ferozmente en su cabeza. 

Intenta distraerse con otras cosas. Se repite todo aquello que aprendió hace tiempo sobre que es ella quien controla su mente. Así que ya es hora de aplicarse ciertas cosas. La intenta dejar en blanco... por un instante lo logra... Bendito minuto de paz y tranquilidad... pero esto dura poco. Su mente parece burlarse y vengarse de ella porque tras eso, arremete  con más fuerza que antes. Se ve colapsada por imágenes, que le van golpeando mentalmente durante un instante que dura para ella toda una eternidad.

Este momento se repite durante días y más días. Pero como todo tiene su lado bueno, en este tiempo ha aprendido a controlar ciertos pensamientos, a no dejar ni permitir que le afecten tanto, a verlo todo desde otra perspectiva. Se va sintiendo cada vez más fuerte y ya no le resulta tan duro ni tan triste el estar ahí en la penumbra de su cuarto. Comienza a saborear ese momento de tumbarse en la cama y quedarse sola consigo misma. 

Una mañana abre la ventana y permite que no haya más oscuridad en su cuarto... La luz del sol entra a raudales y le molesta en un principio en los ojos pero poco a poco se va acostumbrando. Le resulta tan afín y le sienta tan bien que ahora no entiende que haya podido vivir sin ella durante tanto tiempo. Sonríe a lo que le espera. 

Y justo en el momento en que se va a marchar... suena el teléfono... va hacia él decidida y ve marcado el número que le está llamando. Se queda quieta observándolo sin dudar, tras eso sonríe satisfecha y da marcha atrás en dirección a la puerta. 

3 comentarios:

  1. Es más fácil cogerlo, créeme...

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  2. La llamada llegó demasiado tarde, y si creo q es así sería pq realmente no merecería la pena q llegara antes. Buen final, pequeña tarada, corre todo lo q puedas hacia la puerta, q seguro q esa llamada ya tuvo otras oportunidades para sonar antes.

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