miércoles, 26 de septiembre de 2012

Una soledad demasiado ruidosa...

No estoy acostumbrada ni me agrada la idea de comentar libros. En todos los que leo suelo encuentrar aunque sea mínimos detalles que me encandilan y se me quedan grabados en la memoria para siempre. No es el caso del libro que me acabo de terminar. Todo en él merece la pena.

"Una soledad demasiado ruidosa" de Bohumil Hrabat no te engancha por el argumento en sí ni por la trama... te enamora por cada detalle que se aprecia entre sus líneas, por la forma en que está escrito, por lo que te hace pensar cada capítulo. Hay párrafos enteros que dicen tanto con una prosa tan sencilla que hacen que tu mente se enriquezca tanto que agradeces al autor las páginas de este hermoso y pequeño libro.

Hay libros que son tan extensos y pesados, que los autores les dan tantas vueltas a las situaciones y personajes que terminan por aburrirnos y tenemos la sensación cuando los acabamos que sobraban las cien últimas páginas para tener la impresión final de una buena lectura. En mi librito elegido no pasa esto. Es tan cortito pero a la vez tan denso que es imposible que el lector se aburra. No sobra en mi opinión ni falta nada. Todas las ideas están plasmadas correctamente en sus 44 páginas. Sólo hacen falta estas pocas páginas para conocer al personaje y entrar en la historia que se nos brinda. Una historia por cierto dura como la que más, con un personaje con atisbos de infelicidad pero agarrado a una última esperanza gracias a su inmenso amor a los libros y a la lectura. La historia se centra en la ciudad de Praga envuelta en un escenario gris y caótico pero eso no quita que ames al personaje principal del libro, para que llores y te rías con él y lo acompañes casi siempre, con una amable sonrisa en los labios del lector, por todas sus aventuras por las calles de Praga.

El personaje que capta nuestra atención es Hanta, un viejecito que realiza su trabajo en los subterráneos de la ciudad de Praga. Se dedica hace 35 años allí abajo a prensar papel. Hanta tiene dos motivaciones en su monótona vida. Una la lectura y otra la cerveza. Ama los libros, es feliz con cada volumen que se encuentra en su trabajo, hasta el punto que se los va llevando a su casa y tiene su pisito abarrotado de ellos. Hay un párrafo en el libro que me gustaría exponer aquí que explica esto muy bien:

"Hace treinta y cinco años que me embadurno con letras, hasta el punto de parecer una enciclopedia. Basta que me incline un poco para que me rebosen los más bellos pensamientos. Soy culto a pesar de mí mismo y ya no sé qué ideas son mías, surgidas propiamente de mí, y cuáles he adquirido leyendo..."

Su otro vicio es la cerveza, ingiere jarras y jarras de cerveza todo el día pero no busca con ello emborracharse sino poder reflexionar mejor, penetrar hasta el corazón mismos de los textos, para que el texto le despierte.

Hay libros que tienen tal efecto en las personas que lo leen que no te pueden dejar indiferente. "Una soledad demasiado ruidosa" te engancha por la belleza de su prosa. Es de estos libros en los que si no fuera un pecado subrayar libros, te encantaría señalar párrafos y párrafos enteros para volver a leerlos de vez en cuando porque te despiertan algo maravilloso y hacen que tu mente se quede atrapada por frases inolvidables y escenas únicas. Dicen que las obras de arte por su belleza, su impacto en nosotros, son las únicas que pueden tener el efecto de trascender nuestra mente, pues yo con este pequeño librito he conseguido entender el significado una vez más de esta idea.

Termino con otro párrafo resumido maravilloso que es de mis preferidos que hizo que se me encogiera un poquito el alma. La idea es que Hanta es espectador de cómo unos camiones se llevan miles de libros que él había encontrado con el sello de la Biblioteca Real de Prusia. Joyas de libros encuadernados en piel y con el lomo y título estampados en oro y es testigo de cómo se los llevan y empieza a llover...

"Los libros fueron cargados en vagones abiertos, empezó a caer un chaparrón que se transformó en un diluvio. De los vagones goteaba agua dorada mezclada con hollín y tinta de imprenta. Yo, apoyado en un farol, no podía creer lo que veía y cuando el último vagón desapareció, la lluvia se mezclaba sobre mis mejillas con las lágrimas y al ver a un policía uniformado, le alargué las manos suplicándole que me pusiera las esposas porque acababa de cometer un crimen contra la humanidad".

En fin, creo que no tengo más palabras que añadir.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Historias desentrañables...

¿Por qué razón físicamente nos encontramos en un lugar y con una compañía determinada y mentalmente nos apetecería siempre estar en el lugar opuesto y rodeados de otra gente? ¿Por qué ocurre que no valoramos lo que tenemos y cuando se nos esfuma por cualquier motivo lo terminamos siempre añorando? ¿Por qué nos pasamos la vida suspirando por un estado o por un trabajo o por una persona en particular y cuando la vida nos la acerca o tenemos la oportunidad de ser parte de ese trabajo tan ansiado, no era, ni se acerca mínimamente a lo que esperábamos? ¿Por qué siempre queremos lo que no tenemos? ¿Por qué somos como somos?

 ¿Por qué cuando viene una racha buena todo lo que nos ocurre no deja de ser maravilloso y cuando tenemos una racha mala parece que la vida y los que nos rodean se empeñan en hacérnosla mucho más asquerosa cayéndonos encima de pronto como una losa todo lo negativo sin consideración alguna? ¿Por qué motivo todo lo positivo tiene su lado negativo y nos cuesta después tanto ver y entender que igualmente todo lo negativo tiene una parte positiva?

¿Por qué nos pasamos la vida ansiando y esperando que llegue ya el futuro para ver cumplidas miles de expectativas buenas que teníamos en mente olvidándonos de vivir y disfrutar el momento presente, y cuando llega ese futuro no somos capaces de llevar a cabo ni la mitad de lo que teníamos entre manos? ¿Por qué nos cuesta tanto realizar cosas que sabemos que si las hiciésemos serían lo mejor para nosotros? ¿Por qué metemos tanto la pata y nos saboteamos de tal manera a nosotros mismos haciendo cosas y rodeándonos de personas dañinas que sabemos que no nos vienen bien?

 ¿Por qué la vida nos pone por delante en nuestras propias narices situaciones que sabemos que hay que superar y que sería el momento oportuno para lidiar con ellas pero nos sienta como una patada en el trasero tener que enfrentarnos a ellas en ese mismo momento? ¿Por qué exigimos tanto y damos tan poco? ¿Por qué nos cuesta tanto ponernos en el lugar de otra persona y ver desde su punto de vista que algo de razón tenía?

¿Por qué creemos llevar siempre la razón y nos sienta tan mal que nos corrijan o que nos digan que hemos metido la pata? ¿Por qué un halago es tan bien recibido y una crítica hace que nos amarguen el día? ¿Por qué la gente no puede estar sola? ¿Por qué hay momentos en la vida que preferimos estar mal acompañados que estar felices solos? ¿Por qué suena tan mal necesitar a alguien y nos gusta tanto que nos necesiten? ¿Por qué nos da cierta reticencia  nombrar la palabra amar?

¿Por qué aspiramos a algo para después pasarnos todo un día quejándonos por ello? ¿Por qué es tan fácil pensar mal y cuesta tanto pensar bien de alguien? ¿Por qué preferimos que nos tomen por astutos con tintes de mala gente que pasar por buena gente y con miedo a que nos puedan tomar el pelo?

¿Por qué los momentos buenos duran un segundo y los malos una eternidad? ¿Por qué siempre cuando terminamos con una relación añoramos lo que teníamos con esa persona y normalmente la mente nos suele traicionar recordando sólo los buenos momentos y nunca los malos? ¿Por qué en ocasiones somos nuestros peores enemigos? ¿Por qué justificamos siempre a los demás y a nosotros mismos no nos pasamos ni una?

¿Por qué nos cuesta tanto saber lo que queremos y cómo nos gustaría que fuera nuestra vida? ¿Por qué todo lo que merece la pena supone un gran esfuerzo conseguirlo y lo que no es tan fácil se puede tener en un instante? ¿Por qué pensamos tanto y actuamos tan poco? ¿Por qué un sí suena tan bien y un no cuesta tanto decirlo?

¿Por qué es tan duro tomar una decisión y cuando finalmente la tomamos ya no queda más remedio que optar por la que habíamos descartado porque ya es tarde para la favorita? ¿Por qué cuando hay que decidirse por dos opciones casi siempre optamos por la decisión equivocada? ¿Por qué lo bueno que hacemos en la vida nunca se nos recompensa y lo malo lo tenemos que pagar a un precio tan alto? ¿Por qué hay personas malas que tienen suerte en la vida y gente tan buena que parecen haber nacido con mala pata? ¿Por qué hay tanto paleto y subnormal ejerciendo en puestos de trabajo y tanta gente preparada en paro y en curros que nada tienen que ver con lo suyo?

¿Por qué las comidas que son las peores para la salud son las que más dependencia nos causan y las que están más ricas? ¿Por qué llaman mal hábito o vicio a algo que nos causa tanto beneficio y placer y suena tan mal y aburrido todo lo relacionado con la buena salud?...

No sé si alguna de estas preguntas os han pasado alguna vez por vuestra mente, sólo sé que yo he vivido todas y cada una de estas historias desentrañables. El resultado ya lo sabéis y no podría ser de otra manera... y después se quejan de que estoy un poco tarada...


lunes, 17 de septiembre de 2012

Sobre el amor...


Todos sabemos por propia experiencia que el mero hecho de existir es complicado. Nadie se atreverá a negar esa evidencia. Desde la antigüedad los filósofos han recalcado lo duro y arduo que es dicha tarea.   Desde que el hombre se convirtió en el centro de las preocupaciones  dejando atrás hasta a la mismísima madre naturaleza, se nos ha inculcado un peso existencial sobre nuestros hombros difícil de soportar. 

Si a toda esta complejidad se le añade tener que vivir día a día estando un poco tarada... ya os podéis imaginar cuál puede ser el resultado.

Estar tarada tiene como todo, su lado positivo y su parte negativa. Yo prefiero centrarme en lo positivo. Ya de por sí que te etiqueten como tarada gusta, hace que te sientas orgullosa, más viniendo en ocasiones de personas a las que encuentras insulsas y aburridas... Prefiero mil veces estar un poco tarada que ser como ellos. Digo "un poco" para nunca faltar a la verdad. "La verdad"... ese concepto tan misterioso y estudiado por mi gremio de filósofos... cuando alguien me habla de lo que ellos conciben como verdad no puedo dejar de sonreír... se creen muy listos con sus verdades absolutas, cuando a medida que pasa el tiempo pienso que las verdades son cada vez más relativas. 

Sí, lo admito, estoy tarada, completamente tarada. Si vivir la vida como yo lo hago es estar tarada... si pensar como pienso es de tarados... si mis ideas, pensamientos y conclusiones hacen parecer que tengo un gran toque dado... pues no tengo nada que objetar en mi defensa.


Hoy os hablaré de un sentimiento común en todos los mortales estén tarados o no... el gran, mágico, sagrado y muchas veces asqueroso sentimiento de amor. Me refiero al amor proyectado hacia una pareja, claro.


¿Quién no ha estado alguna vez enamorado? ¿Quién no ha sentido tambalearse su mundo anclado en sólidos cimientos? ¿Quién no ha pasado de la auténtica felicidad al fiasco más destructivo?


Amigos míos... todo eso se lo debemos a este gran sentimiento. La palabra "amor" transmite tanta
s sensaciones y pensamientos dispares y contradictorios como ningún otro sentimiento. Dependiendo del momento en el que te encuentres emocionalmente ahora mismo te inspirará palabras hermosas y bellas o las peores burradas que una persona sea capaz de soltar.

Dicen que debe ser un sentimiento enfocado en la entrega, en el simple hecho de dar sin esperar nada a cambio, en sacar lo mejor de uno mismo para compartirlo con la persona elegida. Todas ellas palabras bonitas sacadas de las mejores novelas románticas. Pero la realidad o parte de lo que muchos habéis vivido es todo lo contrario. El amor es puro egoísmo. Nadie ama por el simple hecho de amar y ser amado, la peña ama para básicamente recibir. Lo poco que damos (y ya nos exprimimos suficiente para sacar eso de nosotros), es algo con lo que esperamos recibir el doble o triple de lo que hemos aportado. No nos gusta entregar nada a nadie, sino es para que sea recompensado de alguna manera. Y no nos engañemos, es jodido compartir lo mejor de nosotros mismos. Coño, es duro ya tener algo bueno, para que se lo tengamos que dar a cualquier persona sin tener indicios absolutos de que sea la persona definitiva para nosotros.


Y eso de la persona elegida es una auténtica bazofia. La mayoría de las parejas no han elegido a la persona perfecta para ellas. Se han tenido que conformar con alguien que se cruzó delante de ellos en un momento determinado y estuvo presente en el lugar adecuado. Saben que si se hubiesen esperado cinco minutos más o hubiesen quedado en otra calle paralela a ésa se les habría presentado otra persona completamente diferente a la que tienen y con la que cuentan ahora mismo en sus vidas.


El amor nos completa dicen... Sin él somos seres insatisfechos e incompletos que vagan por el mundo ansiando hallar a su media naranja para vivir completos para siempre. Sí, amigos, yo también he leído los diálogos de Platón en el que esos seres sometidos a la ira de Zeus que los despoja de sus otras mitades vagan por el mundo perdidos y desorientados ansiando reencontrars
e con sus mitades perdidas.

No existe nada más vulnerable que el amor. Toda tu confianza y seguridad que te ha llevado tanto tiempo edificar como una barrera sólida ante los demás se hace añicos y se derrumba cuando nos enamoramos. Te sientes desprotegido, temes perder lo que tienes, y en ocasiones este sentimiento puede ser tan trágico que a muchos les lleva a la desesperación. Así que nos terminamos por plantear si estamos mejor desorientados e incompletos, solos o puteados y viviendo con miedo eternamente acompañados...


Algunos que dicen estar enamorados cuentan ser felices, que se pasan todo el día sonriendo con cara de bobos... dios mío, qué mal está el mundo y cuánto daño nos han hecho las novelas rosas y algunas películas tontas e infantiles. ¿Cara de bobos dicen? Yo más bien les veo cara de gilipollas. No saben vivir independientes, sin estar ni contar con la otra persona. Son seres a mi entender infelices porque son capaces de darle un sentido al concepto de amor tan enrevesado e infantil que dan ganas de vomitarles encima. Estar a su lado es odiar el concepto universal de amor y plantearse el suicidio y otras formas de odio y venganza.


Odio a las parejas que se tratan entre ellos como si fuesen tontos. Esos diminutivos que emplean para dirigirse unos a otros me desquician. Se piensan que por el mero hecho de tratarse y llamarse así su sentimiento de amor se amplía, cuando a mi entender los hace y los convierte en seres insignificantes que en vez de crecer se desgastan a cada minuto que pasan en mutua compañía. Yo he llegado a la trágica conclusión de que hay personas que se les podría multar por amar.


No quiero con esta reflexión que se piensen lo que no es, conducirlos a un equívoco. Amar es maravilloso pero como todo sentimiento debe estar basado en la madurez, el respeto y la realidad, nunca dejarse llevar por idealismos absurdos que nos atiborran de mensajes incongruentes e infantiles.

O mejor, no me echéis cuenta... es algo lógico, yo estoy completamente e irremediablemente tarada.
















sábado, 1 de septiembre de 2012

Silencio...

En la penumbra de un cuarto observa el techo. Lleva así ya varias horas. Su mente es una acumulación de recuerdos. En un segundo se despliegan ante ella tantos sentimientos, pensamientos y sensaciones contradictorios que en un momento cree que le va a estallar la cabeza. Ante ella, pasado, presente y futuro se mezclan y se presentan como un torbellino de ideas que empiezan a agobiarla cada vez más a cada segundo que pasa. 

Desea que todo sea un sueño y que al despertar todo vuelva a ser como antes. Pero obviamente no es así. Se encuentra tan vulnerable que se agarra hasta a las supersticiones. "Cuando cuente hasta diez... sonará el teléfono y escucharé su voz. Uno, dos, tres..."

No llega hasta el número ansiado y temido. Algo en ella no cree en esas cosas. Pero después de un rato y tras pensarlo mucho se arriesga. Bah, no pierde nada. Uno, dos, tres... nueve y diez.

El diez lo pronuncia mentalmente con una sensación de esperanza y de miedo a la vez, "mala combinación" piensa. Abre los ojos esperando ansiosamente, agudiza el oído, escucha... pero nada. Tan sólo puede oír el latido de su corazón que golpea ferozmente en su cabeza. 

Intenta distraerse con otras cosas. Se repite todo aquello que aprendió hace tiempo sobre que es ella quien controla su mente. Así que ya es hora de aplicarse ciertas cosas. La intenta dejar en blanco... por un instante lo logra... Bendito minuto de paz y tranquilidad... pero esto dura poco. Su mente parece burlarse y vengarse de ella porque tras eso, arremete  con más fuerza que antes. Se ve colapsada por imágenes, que le van golpeando mentalmente durante un instante que dura para ella toda una eternidad.

Este momento se repite durante días y más días. Pero como todo tiene su lado bueno, en este tiempo ha aprendido a controlar ciertos pensamientos, a no dejar ni permitir que le afecten tanto, a verlo todo desde otra perspectiva. Se va sintiendo cada vez más fuerte y ya no le resulta tan duro ni tan triste el estar ahí en la penumbra de su cuarto. Comienza a saborear ese momento de tumbarse en la cama y quedarse sola consigo misma. 

Una mañana abre la ventana y permite que no haya más oscuridad en su cuarto... La luz del sol entra a raudales y le molesta en un principio en los ojos pero poco a poco se va acostumbrando. Le resulta tan afín y le sienta tan bien que ahora no entiende que haya podido vivir sin ella durante tanto tiempo. Sonríe a lo que le espera. 

Y justo en el momento en que se va a marchar... suena el teléfono... va hacia él decidida y ve marcado el número que le está llamando. Se queda quieta observándolo sin dudar, tras eso sonríe satisfecha y da marcha atrás en dirección a la puerta.